21/10/2012
“Después de un tiempo uno aprende la sutil diferencia entre
sostener una mano y encadenar un alma. Y uno aprende que el amor no significa
acostarse, y que la compañía no significa seguridad… y uno empieza a aprender.”
¿Acaso no lo sabía? “Que los besos no son contratos y los regalos
no son promesas…”
Uno lo observa a diario, pero si no se vive no se aprende.
Sólo en esos momentos en los que nuestra cabeza guarda el antecedente es que
puede decirse que algo realmente se aprehende. Ahí se quedará ese recuerdo que
se esforzará por no ser olvidado.
Ahora los recuerdos de él, “el seductor de mis pesadillas”,
ese personaje que creé, luchan por sobreponerse a los de ese extraño que tiene
una historia que jamás imaginé. El guión se me salió de las manos.
¿Quería tocar fondo,
no? Pues aquí estoy. ¿No se suponía que no tenía nada que esperar, ni nada que
perder? Hoy no tendría por qué estar decepcionada.
Absolutamente todo ha sido mentira y ahora es más notorio mi
deseo de ser algo más. Durante estos días mi percepción de él cambió y todo él
me parecía patético y horrible, lo vi como un hombre fracasado, abusivo,
mentiroso, irresponsable…
Pensé en su hija y en la vida que tendrá, ella lo necesita y
no sabe nada. Ella no tiene la culpa de nada, pero él quiere seguir su vida de
“gran soltero”. ¿Será justo?
Después vuelvo a ver al hombre que me enloquece, al que
estoy dispuesta a esperar por meses sólo por una noche, el primero y el único,
el sueño vivo, el seductor de mis pesadillas.
No quiero dejar de verlo, no quiero alejarme de él, no
quiero que esto termine, tiene que haber alguna manera de hacer que esto siga
porque no sé cómo soportaré eso.
Soy una egoísta, pero tal vez mi imprudente descubrimiento
no sea del todo una barrera, no es mi culpa lo que él ya decidió, de todas
maneras ni siquiera tenemos algo formal. Él no tiene nada formal con nadie.
Estoy tentada a fingir demencia por siempre, a eliminar un
poco de información de mi cabeza y hacer como que no pasa nada, no sé nada, y
seguir, pero… ¿para qué?
Sería una estúpida si lo hiciera, pero yo quiero verlo,
quiero sentirlo, quiero estar con él al menos un momento más, quiero que me
hable, que me toque, que se acuerde de mí.
Me resisto a que esto termine, pero creo que así tendrá que
ser y ya no lo puedo evitar.
Trato de invocar mis recuerdos, pero cada vez se parecen más
a una historia de ficción. No sé si mi percepción deformada los haya
transformado, quisiera regresar el tiempo y volverlos a vivir, quisiera
regresar a cuando no sabía nada, al momento del impulso.
No sé qué le voy a decir, ni siquiera tengo derecho a
reclamarle algo porque yo no debería saber lo que sé.
No quiero hablarle, pero tendré que hacerlo al menos para
darle un fin digno a esto… por más indigno que sea en realidad.
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