lunes, 3 de diciembre de 2012

Como Kafka, pero al destinatario opuesto

Llegas y te sientas junto a mí, parece que preguntas por mí, parece que te importo, pero sólo vienes a despejar tus dudas y a hacerme saber que ya sabes lo que no deberías saber.
No estoy embarazada, no estoy enferma, no estoy loca, simplemente hice lo que tú jamás hubieras hecho.
Sólo sabes lo que crees que sabes, pero lo que conoces es la paráfrasis de una mala interpretación de un documento que no fue escrito para ser comprendido (especialmente por ti).
Simplemente es mío... como mi vida, como mi mente, como mi cuerpo.
Y ahí estás, recordándome lo que jamás seré, hablándome como a una extraña. Ya nada será igual.
Tu confrontación es directa y sin sentimentalismos (muy diferente a lo que escuché hace unos días de alguien más), tú eres muy fuerte, nunca te tocas el corazón, tú si aprendiste a ocultarlo bien.
Estos momentos son en los que tu pose de dama luce más, de cualquier manera "LA dama" eres tú, el significado y significante, el referente directo, el génesis del concepto. No hay nadie más "dama" que tú.
Vienes a recordarme que las damas como tú reciben el mundo a cambio de lo que yo di tan a la ligera y que por eso no valgo. Debí aplicar la táctica del precio que nunca deja de elevarse.
Las damas como tú saben cómo jugar con el deseo de ellos, lo manipulan a su antojo, se convierten en su obsesión, saben que en la carencia está el deseo y por eso nunca los dejan llegar demasiado lejos. Con ellas siempre hay un "más allá".
Son las mujeres que saben cómo controlar los límites de la imaginación masculina y se adueñan de su cordura, nunca nadie les llega al precio, ningún hombre puede poseerlas.
Si por algún momento ellos tienen la sospecha de que por fin las han hecho "suyas", significa que ha llegado el día de su muerte. La seducción terminó.
A eso me refería con "querer morir", era una metáfora. Lo explico por si alguna vez alguien vuelve a entrometerse en esto y además de invadir mi privacidad todavía se atreve a no comprenderme.
Las damas son el mundo de los sueños, qué va de eso a una "cualquiera" como yo. Una "tonta" que se dejó morir, se dejó matar, tal vez así nada más, por pinche suicida, o tal vez en la búsqueda de algo más.
Pero "LA dama" se ha plantado frente a mí y sigue haciéndome sentir como una estúpida por no haber cobrado por lo menos, por irme por ahí a un hotel barato, por no haber "formalizado" nada.
Te esfuerzas por crear un ambiente de suciedad en torno a lo que he hecho, a ti no te cuesta trabajo porque de por sí te da asco, te la pasas pensando en todo lo que menos se piensa cuando se está cogiendo.
Es hasta entonces que comprendo por qué tú y yo jamás nos entenderemos. Controlar el deseo de otros no es fácil, primero debe controlarse el deseo propio, ese es el precio que hay que pagar para ser una "dama" y eso es justo lo que no puedo ni quiero hacer.
¡¡¡¡POR ESO NO ENTIENDES NADA!!!! 
Has reprimido tanto tu deseo que ya no recuerdas cómo se sentía, ya ni siquiera recuerdas que existía. Por eso aquellos que se dejan llevar y se pierden por su deseo te parecen tan débiles, por eso te causan repulsión. Te da asco esa debilidad tan carnal que los simples mortales tenemos a comparación tuya.
Ahora me desprecias... y de pronto me pregunto si realmente eso es algo nuevo.
Te averguenzas de mí, creíste que yo era como tú aunque nunca hiciste nada para que yo llegara a ser como tú. No es mi idea culparte de lo que soy porque gran parte de mí todavía está construyéndose y reconstruyéndose porque sigo destruyendo eso que me enseñaron a ser y que ya no quiero ser.
El punto es que no te has puesto a pensar qué ha sido lo que me trajo hasta aquí, crees que simplemente estoy loca, que soy la oveja negra que nunca falta en la familia, que tal vez heredé algo malo de alguno de mis tíos/tías (locos también).
Nada podría tener que ver contigo porque a ti nada te sale mal.
Y con todo y que yo he sido producto de ti, en los momentos en que mi mente estaba en blanco y podía llenarse de esa idea de superioridad que emanas, nunca me has hecho sentir como una obra tuya.
Recuerdo que una vez te escuché platicando con alguien, haciendo una especie de "reflexión cristiana" o algo así, dijiste que antes tú creías que no te podías equivocar, creías que todo siempre te salía bien y que en verdad así era, hasta que nací yo y entonces cambió tu forma de pensar.
Yo: tu primer error.

   
        




No hay comentarios:

Publicar un comentario