14/11/2011
Te recuerdo… y cuando no lo hago, el recuerdo mismo se cuela
entre mis pensamientos. En esos momentos en que estoy aburrida y mi mente se
pierde en la inmensidad trato de recobrar y revivir lo que hemos hecho, no lo
quiero perder, no te quiero perder.
A veces me pregunto qué habrá sido lo que cruzó nuestros
caminos, en realidad no tenemos nada que ver y aun así hemos compartido algo
nuestro. Me gusta pensar que el destino está de por medio y nos hemos conocido
debido a algo que está más allá de nosotros.
Quiero creer que yo he entrado a tu vida para darte algo
especial, así como tú me lo has dado a mí. Eres el espacio que necesitaba para
vaciarme, a ti te dedico lo que haga en adelante, quiero dártelo todo, vaciarme
por completo en ti porque tú eres el primero, tú me has liberado, me has
sanado.
Eres el primero que me ha mirado y me ha tomado de la mano
para arrastrarme al vacío y a la perdición de tus labios, los primeros que he
probado.
Eres la aventura que buscaba, la chispa de una casualidad
que me ilumina en mis momentos de desilusión y monotonía. Eres la confusión misma, el puro instinto, la
ausencia de toda razón y todo principio: el sinsentido. No tienes límites,
simplemente eres la presencia ausente que mi memoria invoca cuando no puedo
sentirte con mis manos.
Quisiera poder estar contigo siempre, pero la lógica del
juego se impone, hay que resistirse para que el deseo crezca. Aunque mi cuerpo
desee unirse al tuyo todo el tiempo, varias cosas se interponen.
Tengo miedo de lo que pueda sentir por ti, pero por algunos
instantes lo pierdo porque sé que arriesgarme vale la pena porque tú eres real
y tu recuerdo me lo prueba.
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