domingo, 2 de diciembre de 2012

It's still not over



2/10/2011
Él volvió a buscarme, después de no haber emitido respuesta alguna a mi última proposición, se atrevió a decirme: “Ya no me has hablado, ¡qué gacha!” Fue una de esas frases de las que inevitablemente me río como mecanismo de defensa. Pude haberle soltado todo un discurso de despecho y orgullo, en el que le dijera cosas como: “¡Y todavía te atreves a decir que YO no te he hablado y reclamarme! Tú eres el que no me contestó los últimos mensajes que te mandé, cancelaste la última vez que íbamos a vernos y además lo hiciste a última hora. (ahhh, claro, y el mejor argumento es el siguiente…) Además ya ni siquiera soy tu “amiga” en facebook.”
Me contuve, todas esas cosas no servirían de nada, sólo me harían ver más tonta porque por dentro sé muy bien cómo funciona esto. Planear un discurso es mucho más fácil cuando no es necesario dar la cara, las letras son buenas cómplices. Es por esto que sólo le contesté: “Jeje… pues tú.” Fue una forma sutil y concisa de indicarle que él es quien tendría que hablarme sin recurrir a reclamos cursis que delaten mis emociones. Recordemos que el punto de esto es evitar sentimentalismos, no queremos que alguien vaya a vomitar.
Debo aceptar que lo primero que sentí cuando vi su mensaje en mi inbox fue emoción, el tipo de alegría acompañada de un sutil escalofrío, una especie de miedo placentero. Estaba segura de que me harían falta tan solo unos dos o tres días para olvidarme de él por completo, hasta que volvió a aparecer en mi vida. En este punto, ya no sé si llamarle a eso maldición o bendición. Si hay gente que supuestamente “dios pone en tu camino”, ¿habrá gente que el diablo pone en tu camino?... claro, hablo figurativamente.
Su llamado indicaba que la aventura no ha concluido y eso me alegró, aunque también me preocupó un poco. Mi vida ya estaba volviendo a la monotonía, lo cual es sinónimo de paz en cierto sentido. Ahora, una vez más la chispa de lo prohibido encendería el curso de los siguientes días, lo cual a pesar de ser excitante, me provoca un sentimiento paranoico difícil de disimular.
Tengo que creerme mis mentiras para decirlas, ese será mi truco para que nadie sospeche nada, bueno, nadie que pueda oponerse a que yo siga dándole prioridad a los placeres corporales. En verdad me moría de ganas de salir con él ese mismo día, inclusive él cambió todas las condiciones con tal de que yo pudiera (lo cual denota la mutua “urgencia”), pero no me dieron permiso de salir. Al día siguiente volvió a mandarme un mensaje, pero yo lo vi aproximadamente 17 horas después.
Así tenía que ser, el destino estaba apoyándome para alimentar su deseo y el mío porque yo sola no me sé hacer de rogar. Cuando lo vea sé que esta vez lo devoraré con la pasión acumulada de varias noches en las que lo he soñado. Lo sorprenderé con algo nuevo, sé que algo me distinguirá de cualquier otra. Su excitación será mayor que la de la ocasión pasada, la ocasión primera. Ahora lo cubriré por completo de caricias y besos, como si no fuera a volver a verlo jamás.
Le susurraré al oído lo mucho que me excita, le diré que me encantan sus besos y sentir como sus manos recorren mi cuerpo. Esta vez mis gemidos alcanzarán su nota más aguda, serán como el dulce canto de una sirena que lo volverá loco.         


  … y jamás lo vi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario