domingo, 2 de diciembre de 2012

La tercera noche II



Mientras lo besaba me preguntó: “¿Por qué te gusta que te lo meta?” y le contesté: “Porque me encantas.” Sólo lo dije y luego pensé que no sonaba muy coherente, esa no era respuesta para su pregunta. La respuesta tenía que ser algo relacionado con su virilidad y su potencia, pero a mí sólo se me ocurrió contestarle eso porque en realidad si no me encantara nunca hubiera dejado que me lo metiera.
“¿Qué te encanta?”, prosiguió.
“Todo tú.”
“¿Qué es “todo tú”?”, volvió a preguntar.
Esta vez ya no le contesté, sólo lo seguí besando para tranquilizarme y una vez más terminó justo cuando yo apenas empezaba a sentirme más segura. Algo me incomodaba, le volví a decir que todavía me dolía y sólo me contestó: “Es que no acabas de acostumbrarte.”   
Eso me hizo pensar que hay algo que lo hace estar seguro de que él es la única persona con la que hago eso… ¿sabrá que es el primero en todo?, ¿sabrá que sólo pienso en él? No lo sé, lo que es un hecho es que sabe que me siento sola, pues de otro modo no habría razón para nada de esto.
Me sentí mal… ahora él sólo estaba prestando atención a la película pornográfica y no a mí, ¡yo soy real!, ¡yo soy un pedazo de carne viviente! El problema es que no soy tan flexible, intento serlo, quiero serlo, pero aun no lo soy… tengo que acostumbrarme.
Mientras intentaba no prestar atención a la televisión, puse uno de mis brazos alrededor de él intentando abrazarlo, intentando sentir su calor. Después me atreví a decirle:
“Tenía muchas ganas de verte.”
“Pues me hubieras hablado.”, contestó…  aunque después recordó algo.
“Ahhhh… sí me hablaste, ¿verdad?”
“De hecho.”, le dije.
“Lo que pasa es que luego tengo que trabajar y eso…”
“Sí, ya sé.”, (recordé que lo sé, siempre lo he sabido y de hecho no tengo un título que me dote de autoridad para pedirle explicaciones).
Entonces se levantó de la cama, se quitó el condón, hizo su “prueba”, lo tiró y cuando volvió a acostarse dijo:
“Ya me voy a vestir, tengo frío.”
Fue así como noté que mi “intento de abrazo” no fue lo suficientemente cálido para él.
Me sentí mal… bueno, peor. Así que hice un comentario estúpido para disimular mi incomodidad:
“Sí, es invierno, hace frío.”
Y en verdad estaba sintiendo mucho frío, pero estaba sintiendo y eso era todo lo que importaba.
Nos vestimos, recogimos nuestras cosas y nos fuimos. Él no se terminó su botella de Finlandia, yo quería tomármela, pero no quise verme tan alcohólica y menos en mi estado al borde del berrinche.
Camino a casa platicamos un poco de un proyecto que tiene con su hermano sobre un video, fue la pura comunión fática. A veces no sé si debería entrometerme más en sus asuntos… no lo sé.
Cuando llegamos me dijo que me hablaría el viernes, pensé que eso era muy pronto así que no lo tomé mucho en cuenta, aunque parecía una reacción provocada por mi comentario de: “Tenía muchas ganas de verte.”
En efecto, no me habló el viernes, pero después vi que me dejó mensajes en facebook y quedamos de vernos y una vez más no lo logramos. La siguiente semana tampoco y ahora vivo en la incertidumbre de cuándo se consumará la cuarta ocasión… a partir de la cual la cuenta dejará de ser necesaria y relevante. ¡Ya quiero perder la cuenta!

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