17/06/2012
Parecía estar muy ocupado, pero esta vez sus ganas de verme
fueron más que sus pendientes. Le había mandado algunos mensajes en la semana y
cada vez se mostraba más deseoso de que intentáramos cosas nuevas, una parte de
mí estaba igual de impaciente pero la otra tenía miedo de hacerlo.
Apenas recibí su mensaje y salí corriendo de mi casa para
esperarlo. Esta vez nos vimos en otro lado pero fuimos al mismo hotel. Es
increíble como la lluvia no me importó y al subir a su auto un poco mojada no
pensé en nada más que en calmarme y prepararme para lo que iba a suceder, esta
vez mis estúpidos nervios no lo arruinarían todo.
En el camino encontramos una farmacia y él salió para
comprar lo necesario para esa noche. Yo lo esperé adentro mientras observaba
las gotas de lluvia resbalando lentamente por las ventanas del coche y notaba
que la humedad del clima acentuaba el olor de su perfume, quería embriagarme
con ese olor.
Cuando regresó trajo una bolsa de plástico gris y siguió
manejando, yo lo miraba de reojo a ratos
y de manera disimulada. Cuando estoy con él nunca lo puedo creer, me quedo
estática mientras algo dentro de mí sonríe… de manera disimulada también.
Al entrar al hotel noté que estaríamos en la misma
habitación donde fue nuestro segundo encuentro, pero preferí no comentarle eso,
sonaría medio extraño. Lo primero que hizo al entrar fue cerrar las ventanas y
cortinas, como siempre. Luego se desabrochó el cinturón y los pantalones y encendió
la televisión… yo mientras me seguía haciendo la disimulada.
Su encanto persiste porque siempre me sorprende y en el
momento menos esperado me hace justo lo que yo tanto he esperado. Fue así como
comenzó a desabotonar su camisa y correr sus manos por todo mi cuerpo. Luego me
besó casi como la primera vez, su lengua es exquisita. Esta vez esperó a que yo
me excitara más antes de comenzar, me mordía por encima de la ropa y yo cada
vez deseaba con más impaciencia que por fin me desvistiera.
Entonces me quitó la blusa, ni siquiera me quito del todo el
brassiere cuando ya estaba chupando mis pezones y yo me quedé inmóvil, sólo
sostenía su cabeza con mis manos para que no se detuviera.
Lo siguiente que recuerdo es que se paró sobre la cama
mientras yo le hacía oral y él jalaba mi cabello, después me preguntó: “¿Estás
lista para intentar cosas nuevas?”, lo dijo al mismo tiempo que con una de sus
manos acariciaba muy suavemente uno de mis senos. Ya estaba lista para lo que
fuera.
Así que me subí a la cama y me preparé para que tuviéremos
sexo anal, aunque su primer deseo fue otro, lo supe cuando me dijo: “Quiero ver
cómo te tocas.”
En ese momento no pensé en nada y sólo comencé a hacerlo, de
hecho eso me sirvió para relajarme y dejar que él mientras acariciara mi ano.
No alcanzaba a ver qué estaba haciéndome, pero estaba sintiendo delicioso, era
un placer delicado, todavía nos estábamos preparando para lo que venía.
Me estaba dejando llevar, hasta que sentí que introdujo su
dedo ahí, está vez sentí algo más intenso que la vez pasada, pero ni siquiera
pude asimilarlo bien cuando sentí que ya estaba penetrándome. Llegó a un punto en el que comenzó a dolerme
mucho, pero antes de que pudiera moverme, él me embistió con fuerza y continuó
penetrándome.
Yo gemía y gritaba, pero una vez más se trataba de esa
extraña mezcla placer-dolor que no comprendo, o tal vez sólo quería
complacerlo… no lo sé. Primero me concentré en no sentir dolor y preferí
prestar atención a los pequeños detalles; por ejemplo, a sentir como arañaba mi
espalda y mordía mi oreja mientras me murmuraba al oído: “Te lo voy a hacer por
todas partes.”
Después me jaló del cabello y cambiamos de posición, fue así
como siguió penetrándome por atrás mientras introducía uno de sus dedos a mi
vagina. No podía resistirlo y a la vez no quería que se detuviera, gemí como
nunca. Él mientras introdujo el dedo de su otra mano en mi boca y cuando una de
mis manos intentó alcanzar su rostro para acariciarlo, él comenzó a chupar mi
dedo pulgar.
Fue como si nuestros cuerpos estuvieran conectados por todas
partes, nos movíamos juntos sin poder gemir.
Tuve ahora una extraña sensación de abandono, pero en un buen sentido.
Es algo así como sentir que tu cuerpo se deshace, pero no se trata de algo
destructivo, es como fundirte, desintegrarte y regarte por todas partes, como
si se borrara la línea entre ser todo y ser nada, fue algo explosivo.
Lo siguiente que recuerdo fue que nos separamos y se quedó
en mí una sensación de dolor… sentía que no podría sentarme por un rato. Después
de quitarse el condón se acostó y con sólo mirarme supe lo que quería que le
hiciera, aunque primero le pregunté: “¿No sería eso hasta el final?”, y él me
contestó: “Pero todavía nos vamos a echar como tres.” Yo le sonreí, pero sabía
que después de eso quedaría agotado y ya no habría más… pero no me importó y
cumplí su deseo.
Una vez más le hice oral e intenté hacerlo lo mejor que pude
para no arruinar las cosas y hacerlo sentir en las nubes. No me concentré en
otra cosa más que en su pene, hasta que escuché algo que me alteró un poco. Él
dijo: “Sí amor, sigue.”
Una parte de mí se emocionó, aunque bien sé que en esos
momentos él podría decir lo que fuera y no significaría nada, pero aún así algo
dentro de mí se alegró. Nunca nadie me había dicho “amor”, así como nunca nadie
me había dicho “hermosa”, ni “mamacita”, ni “perversa” jajajaja.
Así que cuando eyaculó en mi boca saboree el momento con esa
palabra en mi mente: “amor” y con la idea de que aunque sea por un instante de
placer en que su mente estaba distraída él me nombró con esa palabra, por un
momento yo fui el significado de esas cuatro letras para él aunque sea
accidentalmente. Es extraño pensar que justo ese día por la mañana algunas
lágrimas corrieron por mi rostro al pensar exactamente en esa misma palabra.
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