domingo, 2 de diciembre de 2012

La quinta noche



17/06/2012
Parecía estar muy ocupado, pero esta vez sus ganas de verme fueron más que sus pendientes. Le había mandado algunos mensajes en la semana y cada vez se mostraba más deseoso de que intentáramos cosas nuevas, una parte de mí estaba igual de impaciente pero la otra tenía miedo de hacerlo.
Apenas recibí su mensaje y salí corriendo de mi casa para esperarlo. Esta vez nos vimos en otro lado pero fuimos al mismo hotel. Es increíble como la lluvia no me importó y al subir a su auto un poco mojada no pensé en nada más que en calmarme y prepararme para lo que iba a suceder, esta vez mis estúpidos nervios no lo arruinarían todo.
En el camino encontramos una farmacia y él salió para comprar lo necesario para esa noche. Yo lo esperé adentro mientras observaba las gotas de lluvia resbalando lentamente por las ventanas del coche y notaba que la humedad del clima acentuaba el olor de su perfume, quería embriagarme con ese olor.
Cuando regresó trajo una bolsa de plástico gris y siguió manejando,  yo lo miraba de reojo a ratos y de manera disimulada. Cuando estoy con él nunca lo puedo creer, me quedo estática mientras algo dentro de mí sonríe… de manera disimulada también.  
Al entrar al hotel noté que estaríamos en la misma habitación donde fue nuestro segundo encuentro, pero preferí no comentarle eso, sonaría medio extraño. Lo primero que hizo al entrar fue cerrar las ventanas y cortinas, como siempre. Luego se desabrochó el cinturón y los pantalones y encendió la televisión… yo mientras me seguía haciendo la disimulada.
Su encanto persiste porque siempre me sorprende y en el momento menos esperado me hace justo lo que yo tanto he esperado. Fue así como comenzó a desabotonar su camisa y correr sus manos por todo mi cuerpo. Luego me besó casi como la primera vez, su lengua es exquisita. Esta vez esperó a que yo me excitara más antes de comenzar, me mordía por encima de la ropa y yo cada vez deseaba con más impaciencia que por fin me desvistiera.
Entonces me quitó la blusa, ni siquiera me quito del todo el brassiere cuando ya estaba chupando mis pezones y yo me quedé inmóvil, sólo sostenía su cabeza con mis manos para que no se detuviera.
Lo siguiente que recuerdo es que se paró sobre la cama mientras yo le hacía oral y él jalaba mi cabello, después me preguntó: “¿Estás lista para intentar cosas nuevas?”, lo dijo al mismo tiempo que con una de sus manos acariciaba muy suavemente uno de mis senos. Ya estaba lista para lo que fuera.
Así que me subí a la cama y me preparé para que tuviéremos sexo anal, aunque su primer deseo fue otro, lo supe cuando me dijo: “Quiero ver cómo te tocas.”
En ese momento no pensé en nada y sólo comencé a hacerlo, de hecho eso me sirvió para relajarme y dejar que él mientras acariciara mi ano. No alcanzaba a ver qué estaba haciéndome, pero estaba sintiendo delicioso, era un placer delicado, todavía nos estábamos preparando para lo que venía.
Me estaba dejando llevar, hasta que sentí que introdujo su dedo ahí, está vez sentí algo más intenso que la vez pasada, pero ni siquiera pude asimilarlo bien cuando sentí que ya estaba penetrándome.  Llegó a un punto en el que comenzó a dolerme mucho, pero antes de que pudiera moverme, él me embistió con fuerza y continuó penetrándome.
Yo gemía y gritaba, pero una vez más se trataba de esa extraña mezcla placer-dolor que no comprendo, o tal vez sólo quería complacerlo… no lo sé. Primero me concentré en no sentir dolor y preferí prestar atención a los pequeños detalles; por ejemplo, a sentir como arañaba mi espalda y mordía mi oreja mientras me murmuraba al oído: “Te lo voy a hacer por todas partes.”
Después me jaló del cabello y cambiamos de posición, fue así como siguió penetrándome por atrás mientras introducía uno de sus dedos a mi vagina. No podía resistirlo y a la vez no quería que se detuviera, gemí como nunca. Él mientras introdujo el dedo de su otra mano en mi boca y cuando una de mis manos intentó alcanzar su rostro para acariciarlo, él comenzó a chupar mi dedo pulgar.
Fue como si nuestros cuerpos estuvieran conectados por todas partes, nos movíamos juntos sin poder gemir.  Tuve ahora una extraña sensación de abandono, pero en un buen sentido. Es algo así como sentir que tu cuerpo se deshace, pero no se trata de algo destructivo, es como fundirte, desintegrarte y regarte por todas partes, como si se borrara la línea entre ser todo y ser nada, fue algo explosivo.
Lo siguiente que recuerdo fue que nos separamos y se quedó en mí una sensación de dolor… sentía que no podría sentarme por un rato. Después de quitarse el condón se acostó y con sólo mirarme supe lo que quería que le hiciera, aunque primero le pregunté: “¿No sería eso hasta el final?”, y él me contestó: “Pero todavía nos vamos a echar como tres.” Yo le sonreí, pero sabía que después de eso quedaría agotado y ya no habría más… pero no me importó y cumplí su deseo.
Una vez más le hice oral e intenté hacerlo lo mejor que pude para no arruinar las cosas y hacerlo sentir en las nubes. No me concentré en otra cosa más que en su pene, hasta que escuché algo que me alteró un poco. Él dijo: “Sí amor, sigue.”
Una parte de mí se emocionó, aunque bien sé que en esos momentos él podría decir lo que fuera y no significaría nada, pero aún así algo dentro de mí se alegró. Nunca nadie me había dicho “amor”, así como nunca nadie me había dicho “hermosa”, ni “mamacita”, ni “perversa” jajajaja.
Así que cuando eyaculó en mi boca saboree el momento con esa palabra en mi mente: “amor” y con la idea de que aunque sea por un instante de placer en que su mente estaba distraída él me nombró con esa palabra, por un momento yo fui el significado de esas cuatro letras para él aunque sea accidentalmente. Es extraño pensar que justo ese día por la mañana algunas lágrimas corrieron por mi rostro al pensar exactamente en esa misma palabra.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario