domingo, 2 de diciembre de 2012

El pasado presente: tiempo indefinido



17/09/2011
Hace mucho tiempo que no me había sentido tan triste como ahora, creo que la última vez que sentí este tipo de tristeza fue cuando tenía 10 años. En ese momento no entendía la causa de mi tristeza, sólo la sentía y no podía evitarla. Después comprendí que todo se debía a una decepción… la muerte de una ilusión. Nunca pensé que llegaría un momento en el que mi sufrimiento lo causara precisamente la persistencia de una ilusión y mi deseo de matarla a toda costa.
Todo se juntó, se conjuró en mi contra, yo misma lo preparé. Un nuevo pensamiento horrible me invadió, ¿hice lo que hice porque quería hacerlo, o acaso esto tuvo que ver con “los demás”?, ¿fue esto una forma de demostrarme algo a mí misma o en realidad quería demostrarle algo a alguien más?
Pensé que tal vez todo lo había hecho por mi “némesis”, ese que creí que era mi amigo, luego creí que lo amaba y ahora cada día lo detesto más. Siento que una parte de mí quería hacerle saber que él no podía tenerme cuando quisiera, que no me importa lo que haga, que él es cualquiera, nadie especial.
El otro problema que me causa frustración es el hecho de pensar que ya caí en mi propia trampa y que siempre supe que así sería, lo cual me convierte en una enferma. Ya no sé a quién engaño y me pregunto si en realidad lo comprendo todo a la perfección… pero sigo mintiéndome.
 Tal vez lo que siempre pensé que era mi plan, nunca lo fue, porque ahora me siento realmente estúpida al darme cuenta de que las cosas no sucedieron como yo quería. No ha habido ningún cambio significativo, sigo sintiéndome tan mal como desde un principio… la sensación de triunfo y placer fue muy efímera, ¿o será ese su estado natural?
Otra vez me sentí pequeña, encerrada en mi mundo, sola y vacía… empecé a pensar en cómo serían las cosas si yo simplemente desapareciera. Tenía ganas de salir corriendo sin rumbo fijo hasta llegar muy lejos, a un lugar donde nadie pudiera encontrarme, perderme para siempre y morir o algo así.
Supe que si no sacaba ese sentimiento de mi, éste se extendería hasta adueñarse de mis días, no me dejaría en paz. Cada día sería aun más triste y monótono que el anterior, me condenaría a mí misma a encerrarme en mi mente y a repetir el pasado. Mi vida sería pesada y dolorosa, sería como estar en un llanto perpetuo. Ya lo sabía porque ya me había sucedido antes y temí que las lágrimas volvieran a adueñarse de mí.
Sentí que mi sacrificio no valió la pena y eso me hizo sentir insignificante. Mi único deseo era cambiar y nada había cambiado, yo seguía siendo la misma estúpida con el corazón roto. Creí que el sacrificio me salvaría del dolor y el miedo, pero todo seguía igual. Mi plan no sirvió para nada y esa era mi nueva decepción, si mis sentimientos nunca han tenido valor para nadie, pensé que mi cuerpo tal vez sí… pero tampoco.
Ahora sólo buscaba levantarme apoyada de la idea de que todo esto siempre lo supe y así lo quise, pero sentí que no podía levantarme sola. Necesitaba que alguien me regresara al mundo y me hiciera sentir que efectivamente no ha pasado nada y eso es justamente lo mejor de esta experiencia.
Por eso salí a la calle, con los ojos hinchados de tanto llorar… hace tanto que no lloraba que ya me jactaba de que se me habían acabado las lágrimas. Pero cuando recuerdo este momento, las lágrimas vuelven a salir y sé que todavía me quedan muchas más. Tal vez esta situación es la necesaria para ahora sí vaciarme por completo hasta que mis ojos realmente se sequen y dejen de ver luz donde no la hay.
¿Algún día cambiará esto?, ¿Algún día encontraré a alguien?, ¿Algún día alguien podrá sentir algo por mí? Cada día me esfuerzo más por aceptar que nunca pasará, por dejar de pensar en eso, por dejar de desearlo con tanta fuerza, pero sé que muy dentro de mí sigo deseando que suceda, sigo esperando y ya no quiero estar así. Ni siquiera la decepción que yo misma planee me ha hecho afrontar la cruel realidad. No entiendo por qué sigo aferrándome a algo que todo me indica que no existe, al menos no para mí.
Me alegré de contar con amigos que me apoyan… creo que esa es la única forma de afecto sincera y duradera que he podido encontrar. Nadie jamás podrá estar realmente en mi lugar, pero el poder compartir mi sentir sin temer consecuencias es invaluable. Si cuando tenía 10 años alguien me hubiera escuchado de verdad, sé que mi tristeza no hubiera durado tanto… pero en esos momentos no había palabras que tradujeran mi resignación ante el mundo.

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