Pero…
¿qué me pesa? Nadie sospecha lo que sucede, pocos lo saben. No me pesa el
“secreto”, me pesa lo que siento, me pesa lo que me guardo, lo que no quiero
decir.
Es como
si todas esas palabras, esas imágenes en mi cabeza tuvieran masa o densidad o
megabytes, o algo que me pesa en todo el cuerpo, por dentro y por fuera.
A alguien
he escuchado decir que “hay que cortar por lo sano”, pero no quiero, no puedo
irme sin nada. ¿Para qué hice esto?
Después
recuerdo todo mi discurso sobre lanzarme al precipicio, tocar fondo y salir,
pero ¿de verdad quiero eso?, ¿de verdad me atrevo?, ¿estaré lista?
Otras
veces pienso que tal vez todo esto sólo es un malviaje de mi mente y no está
ocurriendo absolutamente nada, no tengo por qué moverme, sólo esperar a que
algo suceda y dejar de sobreanalizar todo.
Luego veo
otra cara que no había visto, una demasiado positiva que me indica que todas
las barreras me las he puesto yo misma. ¿Por qué estoy tan segura de que si le
digo lo que siento y/o pienso se alejará de mí?
¿Por qué
soy tan insegura?
Ese es el
problema de fondo, no me siento capaz de atraerlo lo suficiente para que pueda
darme su confianza, ni siquiera creo que mi compañía le sería agradable por
mucho tiempo.
¿Por qué?
Pues…
porque nunca lo he sido. No veo en mí algo especial, no tengo experiencia, no
sé nada de esto. Hasta cierto punto, también me daría miedo dar el siguiente
paso porque no sé cómo se supone que debo comportarme ni qué hacer, ni nada.
Además,
recordemos que rompí las reglas. De acuerdo al contrato social que se sigue
para las “relaciones”, los hombres son capaces de soportar a la mujer más
insoportable a cambio de sexo y las mujeres aprovechan esto.
Ese es el
chantaje de cada día, yo no quise entrar en ese esquema, pero ahora no sé cómo
demostrarle quién soy, no sé cómo hacerle ver que yo no quiero poseerlo como si
fuera una extensión mía y absorber todo su tiempo.
No sé
cómo decirle que puede confiar en mí, que eso es lo único que quiero, ni
siquiera me importa que esto siga siendo un “secreto”. Vamos despacio, lo único
que quisiera ahora es que pudiéramos confiar el uno en el otro, escucharnos,
apoyarnos, estar ahí cuando nos necesitemos, ser como un equipo.
Parece
algo tan simple, ¿por qué no habría de querer eso también? Bueno, es obvio que
eso no le molestaría, pero creo que podría pensar que eso es tan sólo un
pretexto para llevar a cabo otro plan. O tal vez en verdad él no quiere
involucrarse más conmigo de ninguna manera.
Aun así
creo que ya es tiempo de dar un gran salto aunque presiento mi inminente
caída.
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