miércoles, 12 de diciembre de 2012

Afuera

Sólo falta un año, sólo eso necesito para salir de aquí y aventurarme a la incertidumbre de la vida... o algo así.
A veces me pregunto si de verdad quiero salir, pero sé que tendré que hacerlo. Tengo que irme yo misma porque nadie vendrá por mí.
Sé que no será fácil, ni siquiera me lo imagino... todo este tiempo he sido tan dependiente.
De pronto vuelvo a sentirme como cuando era niña, sola y con ese deseo de agradar, de ser amada. No lo he superado.
Sin embargo, ya no me siento tan débil, sé que no estoy tan sola y que aunque una parte de mí se esfuerza por hacer que todo vuelva a ser como antes, hay otra parte cada vez más fuerte a la que ya no le importa tanto eso.
Por un lado, sólo pienso en ese momento de emancipación y por otro la culpa me invade. Sé que ellos sí han hecho mucho por mí y no podré irme sólo así, él ha intentado entenderme, ella no, pero al menos se ha esforzado por soportarme.
Muchas veces me he sentido culpable por ser siempre yo la de los problemas, pero creo que simplemente así soy yo. Ojalá pudiera evitarlo, ojalá pudiera reconstruirme y hacer de mí una nueva persona que me gustara más.
Tampoco puedo culparlos a ellos porque sólo han tratado de enseñarme la mejor manera que han hallado para enfrentar este tipo de problemas: fingiendo que no están.
En verdad traté de ser como ellos y por un momento lo logré, mi doppelganger, la versión perfeccionada de mí siempre salió al mundo en mi lugar.
Me esforcé por hacer de mí lo que otros esperaban, pero ya es hora de ser yo... aunque por el momento no tenga la menor idea de lo que es ser yo.
Hay momentos en los que tengo tantas ganas de gritarles tantas cosas, pero no puedo, todavía me contengo, todavía los respeto. Sé que se han esforzado mucho por hacer de mí algo que yo no quiero ser, pero que ellos están seguros de que es lo mejor.
Podría asegurar que lo que más les frustra de todo esto es que no se lo esperaban de mí, me creen una mustia hipócrita ahora, pero no se dan cuenta de que las circunstancias me han obligado a ser así.
Se necesita mucho valor para ser uno mismo y demostrarlo con desenfado frente a todos, ese valor que sólo tiene mi hermano. Envidio su cinismo.
Sólo él puede decir y hacer lo que se le dé la gana sin recibir ningún tipo de regaño, sin decepcionar a nadie... ¿y qué más da? si de cualquier manera a él no le importa hacerlo.
Me gustaría ser como él pero no puedo, algo en mí me dice que respete, que agache la cabeza, que me trague mis palabras y sólo espere a que llegue el momento preciso en el cual pueda salir corriendo y nadie lo pueda evitar: la huida legítima.
Pero a pesar de todo me agobia pensar que hay quienes salen corriendo y en verdad se alejan, pero sus mentes nunca dejan de estar encadenadas, pues la prisión es un poco más soportable que la culpa que los invade al pensar en un "afuera". Esa no quiero ser yo.         

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