sábado, 23 de noviembre de 2013

Dime que no es así, seguro yo te buscaré a ti amor, lo sé...

Casi tres años con esto, ya perdí la cuenta de nuestras noches, pero aún espero las siguientes con ansías porque siguen sabiéndome igual... tal vez mejor.

Y hoy tenía que acordarme de ti, tal vez por eso fue que tenía tantas ganas de quedarme afuera perdiéndome en la obscuridad, como si te esperara igual que otras tantas veces. Extraño esos tiempos de ilusiones, aunque recuerdo lo tortuoso que era esperarte. Pero nunca importó cuánto te tardaras en llegar, yo vivía cada minuto con las mismas ansias. Con sólo ver las luces de tu auto sentía que se me salía el corazón y que podía cruzar la calle aunque los coches pasaran.

Hoy, hace tres años, te esperé hasta las 11 de la noche en un Sanborns. Cómo extraño tu perfume y esa emoción que sentía al verte!! Mi impulso por correr hacia ti, mis ganas contenidas de abrazarte. Me sentía como una niña en navidad  

Pero ya todo eso se acabó, tu ya no me quieres ver, lo sé.
Me sentiría más tranquila si pudiéramos hablar, pero ya no creo que eso pase.
Creo que la última vez que te veré será ese velorio, ese día en que tú no me viste (o me ignoraste) mientras a mi se me revolvió todo cuando te vi... Ojalá me hubiera atrevido a hablarte entonces, pero no era el lugar ni el momento adecuado.

Te escondes de mi, no puedo creer que no puedas decirme en mi cara nada.

Y ahora, como siempre, estoy sola. No es como que tu estuvieras conmigo antes, pero al menos yo podía creerlo así y ahora eso ya no se sostiene de nada.

Está él... creo, aunque no lo se, ya no puedo estar segura de nada. Parece que le importo, pero no lo sé, no quiero que me haga la mismo.

Aunque, de cualquier manera, con él no siento lo mismo que contigo.... Para nada.
La magia sólo la tienes tú, y ahora ya no puedo estar feliz con nadie y no quiero estar sola.

Primero sentía que me habías liberado de alguna especie de maldición, nadie me deseaba hasta que llegaste. Tú me hiciste sentir mujer, desear y sentirme deseada y a partir de entonces otras personas también empezaron a desearme, pero el precio es que yo ya no puedo desear a nadie más que a ti.

No sabes lo jodida que estoy, de verdad creo que ya no puedo sentir nada por nadie.

Pero poco a poco empiezo a digerir tu traición.

Intento soportarla... aunque más bien ya la soporté demasiado. A veces no me explico cómo pasó esto.
Extraño esos días en que sentía que estabas conmigo y no me importaba tener que esperarte. Esa alegría que sentía al verte, algo que sé que no volveré a sentir si nos volvemos a encontrar.  


lunes, 16 de septiembre de 2013

This static cold feels more than home than this

Quisiera sentir apoyo, quisiera sentir protección, pero hoy me siento más sola que nunca.
Estoy muy enojada, tengo mucha furia, mucha ira, mucho resentimiento, muchas cosas guardadas.
Me duele todo y estoy harta de las exigencias de otros.

Estoy totalmente sola, no tengo nadie en quien confiar.

Estoy harta de gente siempre quieriendo forzarme a que haga lo que ellos quieren. Ya quiero ser yo, ya quiero salir, pero tengo tanto miedo y no hay nadie que me apoye.
Odio tener que necesitar a alguien, quisiera poder tener la fuerza para superar las cosas sola... pero me siento tan pequeña, tan indefensa.

Siento que no puedo hacer nada bien, que me faltan muchas cosas, que soy nada frente al mundo, que no me puedo sostener sin apoyarme en algo... es decir, me siento como una idiota, totalmente desvalida.

No entiendo por qué nunca soy suficiente, por qué siempre me exigen más y más, por qué no pueden estar felices conmigo, por qué siempre quieren que haga lo que ellos quieren.

Ya estoy enferma de obedecer.

Pero no sé cómo escapar, no sé cómo salir de esto o entrar... tal vez el problema es entrar.
Quisiera saber quién soy, quisiera saber qué quiero, quisiera poder anular las voluntades de otros que siempre me han presionado y descubrir qué es lo que realmente quiero.

Estoy muy molesta, tengo mucho coraje porque estoy harta de que me sometan, harta de que siempre tengan la última palabra. Quisiera escapar, pero ¿qué voy a hacer?

Yo sola frente al mundo, o mejor dicho, contra el mundo. Siempre soy la minoría, esa voluntad que se anula frente a la multitud. No sé cómo hacer las cosas de manera que sepa que soy yo quien las hace y que no hay un cordón invidible que me está moviendo a hacerlo, un cordón manipulado por alguien más.

Sólo escucho quejas, reclamos, posibilidades. Mi vida siempre pudo haber sido mejor, pero no lo fue porque no hice lo que otros me dijeron... pero SIEMPRE HAGO LO QUE ELLOS QUIEREN!!!!

Y si de verdad pudiera huir, ¿a dónde iría? Piensa, piensa, debe haber un lugar, debe haber una opción para alejarse. No, no la hay, necesito a alguien y no hay nadie.

Odio ser yo, quisiera ser otra persona. Tal vez si fuera otra persona podría influir más en mí de lo que yo misma puedo... ni siquiera sé lo que digo. Sólo quisiera sentir que alguien me acompaña.

Este es un momento en que necesito apoyo, pero nadie quiere dármelo. Siento que nadie confía en mí, nadie cree en mí. Me juzgan en mi cara, sólo encuentran argumentos para derrumbarme y no les interesa levantarme.

Nadie me da la mano y yo estoy como tirada en el lodo, cada que intento apoyarme en algo me resbalo. No veo nada claro. Sólo puedo gritar aquí.

  

domingo, 25 de agosto de 2013

Una entrada sin título es un paréntesis automático II

Hoy fue un día pésimo. Herner me dijo que en lugar de tesis, mejor hiciera una tesina y que acabara todo este semestre para ya titularme.

Una tesina tiene un valor académico menor al de una tesis, implica menor trabajo metodológico. Cuando ella me dijo eso lo primero que pensé es que no me cree con el intelecto suficiente para hacer una tesis. Es verdad que no he dado todo de mí, sé que puedo dar más, pero siempre me da miedo toparme con que soy mediocre innata y no se trata de echarle más ganas.

Se me ocurrió la siempre mala idea de contarle esto a mi mamá y digamos que ella siguió el planteamiento de que no tengo intelecto suficiente, peor aún, me dijo que tal vez mi tema no era de interés. Pero su agresión hacia mis intereses y mis capacidades, es decir, su agresión a lo que SOY, todavía era algo soportable. Lo que me tumbó fue que después me dijera que tengo que apurarme y hacer lo que me digan, que al fin de cuentas el propósito de esto es el título, así que el punto es hacer lo necesario para lograr ese objetivo (así eso implique que tenga que abandonar mi tema o abordarlo de otra manera que sea diferente a como yo quiero).

"Tú sólo haz lo que ella te diga que hagas", esa fue su conclusión. Yo estaba que reventaba por dentro, me moría de ganas de preguntarle: "¿Alguna vez has hecho lo que quieres?". Tú, a la que nunca le ha importado el "qué dirán", ¿alguna vez te has atrevido a hacer realmente tu santa voluntad? No creo.

Es que esto no se trata de un maldito título y eso es lo que nadie entiende. Esto se trata de mí, de cómo ha crecido mi pensamiento, de cómo es capaz de resolver lo que antes no podía. Este es mi momento para entrar en mí y pensarme a mí misma. Es mi oportunidad de lograr algo grande, algo que será sólo para mí y a la vez aportará algo nuevo para todos. Pero sobre todo, lo que para mí es más importante es que en esto, por fin!!!!!, se trata de LO QUE YO QUIERA.

Por eso no soporté que ella, una vez más, como toda la vida, quisera forzarme a obedecer. YA NO MÁS!!! Ya no creo poder soportar más, ya no soy una niña, ya puedo decidir por mí. Esta es mi vida y yo soy la protagonista. Yo sabré cómo, cuándo y qué hago.

Ya ha sido suficiente. Los padres suelen pensar que han hecho muchos sacrificios por ti sólo porque te han dado parte de su dinero, pero siempre he pensado que si de verdad les pesa tanto un hijo entonces no debieron tenerlo. Del egoísmo nacimos y hacia el egoísmo vamos.

No me importa lo negativo que eso pueda sonar. Este es mi espacio, puedo escribir lo que yo quiera.
Este es el único espacio que he tenido siempre, el único lugar en el que he podido ser yo. Ya en otra ocasión mi papá lo invadió y lo juzgó, pero poco a poco eso dejará de importarme. Mi vida es más importante, así como su vida fue más importante en otro momento.

Se molestan ahora porque según no los tomo en cuenta en mis decisiones, ¿cuándo me preguntaron ellos si quería ir a esa maldita escuela cristiana?, ¿cuándo me preguntaron si quería ir a esos retiros en lugares horribles y para variar con más cristianos?, ¿cuándo me pidieron mi opinión para tomar una decisión sobre mí? ¡Ni siquiera me piden mi opinión para meter un mueble más a mi cuarto!

Va llegando la hora de que yo también ignore su opinión. Por mucho tiempo me han forzado a hacer cosas que no quiero, a pensar en su aceptación antes de pensar en lo que realmente deseo. Mi voluntad se anuló, se perdió entre la de ellos al grado de hacerme pensar que su voluntad era la mía. Ya no quiero obedecerlos y mi conflicto sigue porque a pesar de todo necesito su aceptación, necesito sentir apoyo, sentir amor... pero ya no soporto que me pongan condiciones.

Todos me exigen y me han hecho creer que yo no tengo derecho a exigir. Me exigen que dé todo de mí sin esperar nada a cambio, pero esto no puede seguir así. Ya no soy una niña, ya puedo decidir.


    







 

 

jueves, 22 de agosto de 2013

Una entrada sin título es un paréntesis automático.

Me recuerdo justo ayer haciendo un berrinche en el diván mientras mis lágrimas se escurrían hasta llegar a mis oídos. Estaba intentando explicarle a Mercedes el coraje y la impotencia que me da sentirme atada a la voluntad de otros. Para mí, eso es la infancia. Es ese momento en que no puedes decidir por ti.

No estoy pensando en no poder ir al baño solo, ni en cuestiones fisiológicas. Estoy pensando en una etapa más avanzada, cuando te das cuenta de que a pesar de que ya controles tu cuerpo no puedes controlar tu vida.

No puedes decir lo que quieras, ni ir a donde quieras, ni comer lo que quieras, ni ver lo que quieras, ni salir cuando quieras. No hay momento en que tu vida esté más limitada que la infancia. En todas partes hay reglas, en todas partes hay límites, en todas partes hay prohibición.

Claro que todo esto lo expresé en terapia a partir de una patética anécdota que ni siquiera expliqué con detalle. La escena se desenvolvía en uno de esos viajes con congregaciones cristianas que a mis papás siempre les encantaron y que yo siempre odié. No eran unas vacaciones familiares, eran las vacaciones más incómodas del mundo porque ahí más que en cualquier otro lado tenía que portarme bien. 

No sabría definir objetivamente qué diablos es "portarse bien", era de esas cosas que "sólo dios sabe" y que precisamente por eso te hacen sentir que estás bajo el juicio perpetuo de ese ente omnipresente. Pero quién sabe quien sea dios, ni que sea lo que le agrada y lo que no le agrada porque al final quienes te vigilan son ellos, quienes te juzgan son ellos, a quienes tienes que obedecer es a ellos. Portarte bien es someterte a la voluntad de los otros. Eso le agrada a dios... 

Tal vez ellos son dios.

Ayer relaté específicamente una ocasión en la que fuimos a una comunidad muy pobre, con gente muy pobre y casas muy pobres, y todo muy pobre. Jamás entendí por qué esas eran "vacaciones". Mi idea de "vacaciones" era ir a divertirse y descansar en un lugar paradisíaco sólo con mi familia, pero estos viajes eran todo lo contrario. Yo estaba con mis padres, pero era como no estar con ellos porque todo se centraba en la convivencia con los demás y no entre nosotros.

Los lugares a los que íbamos siempre eran horribles. No dormíamos en hoteles, sino en casas de otros "hermanos cristianos", lo cual siempre es incómodo porque siempre me sentía como una intrusa y además me sentía con la obligación de entender las reglas de su casa y su familia para seguirlas. No quería hablar ni hacer nada porque siempre existía la posibilidad de equivocarme y ser juzgada y evidenciada por todos, lo cual no sólo me avergonzaría a mí, sino también a mis padres. 

Tal vez soy muy egoísta, pero no entendía por qué teníamos que ir a lugares tan feos. No me molestaba tener que regalarles cosas a las personas pobres, o a los niños de la calle, o a los hijos de los presos, sólo me molestaba tener que ir ahí. ¿Por qué tenía que convivir con ellos? Cada ambiente nuevo, cada cosa extraña implicaba que tenía que adaptarme a nuevas reglas y que tenía que obedecerlas igual que siempre, por más que mi voluntad fuera otra.

Mi malestar es muy simple, ¿por qué tenía que estar en un lugar en donde no quería estar? Era una niña, esa es la infancia. No es lo que tú quieras es lo que los adultos quieran y ellos deciden por ti. No puedes escapar porque eres una niña y tienes que obedecer porque a dios le agrada.

Nunca olvidaré ese día en el que "por educación" mi mamá me dijo que tenía que comerme un plato de arroz que me sirvieron en aquella casa "humilde", ya que mi mamá suele usar esa palabra como eufemismo de pobre. Era un plato enorme, gigantesco, yo sentía como si fuera una cazuela en lugar de un plato. Estaba repleto de arroz muy esponjado, era arroz rojo pero tenía una tonalidad más bien rosácea, parecida al color del vómito. El aspecto era horrible, pero el sabor era peor. Lo habían cocinado en esas estufas de petróleo y sabía justo a eso. Mi mamá me obligó a comérmelo todo y así lo hice y no vomité.

Otros padres no obligaron a sus hijos a comérselo...

En otra ocasión nos quedamos en casa de un pastor cristiano que era muy amable, pero que después me cayó mal. Nos ofrecía varias cosas de comer a todos, pero generalmente cada que me ofrecía algo yo le contestaba "No, gracias" porque no se me antojaba probar lo que me ofrecía en ese momento, así de simple. El punto es que el tipo empezó a insinuar que yo "le estaba haciendo el feo" y se tomó personal algo que había sido la respuesta más normal e incluso más educada que se me había ocurrido.

Fue entonces que mi mamá , en privado, me regañó y me dijo que estaba mal que hubiera negado tantas veces lo que él me había ofrecido y que la próxima vez que él me ofreciera algo tenía que decirle que sí aunque no quisiera. 

Recuerdo lo enojada que me sentí entonces, pero supe que tenía que contenerme y obedecer, siempre obedecer. ¿Por qué diablos tenía que aceptar algo que no quería sólo por darle gusto a alguien? ¿Por qué no podía decir que no? Me da tanta rabia todo esto que no puedo evitar llorar incluso ahorita por algo así de estúpido.

Es que no entiendo por qué siempre ha sido así , por qué siempre tengo que hacer lo que otros quieren, por qué tengo que complacerlos a todos, por qué tienen que decidir por mí. ¡¡¡Los odio tanto!!! Odio a la gente, odio a "el otro", odio a la colectividad que siempre tengo que respetar porque siempre son más que yo, odio tener que sacrificar mi voluntad por el bienestar de alguien más, odio que "el otro" siempre sea más valioso que yo y siempre pase por encima de mí.

Pero todo esto lo estoy relatando por una razón. Hoy algo nuevo se activó en mí y me hizo entender algo que tengo que escribir. Después de mis rabietas sobre los trabajos en equipo y cómo nunca me he sentido conforme con lo que he hecho colectivamente, pensé en ese trabajo individual culminante en donde he sembrado tantas expectativas: la tesis.

La tesis para mí no es un requisito para la titulación, yo la veo más bien como una oportunidad. Cuando la cómoda vida de estudiante se acabe, tendré que someterme completamente a las voluntades de nuevas personas para poder sobrevir. Así de trágico lo veo. La tesis es mi última oportunidad (tal vez la única) para dedicarme incansablemente, aunque sea durante algunos meses, a lo que yo quiera.

Nada de equipos, ningún otro tendrá que opinar, es MI tema. Es mi oportunidad para responderme una pregunta íntima, esa que siempre he tenido y nunca me he podido responder, y dedicarme con todas mis fuerzas a encontrar la respuesta. La tesis es el regalo de la universidad para mí, no el título.

Ese tiempo de ocio aprovechado para generar conocimiento es lo mejor que la universidad nos puede dar. Mi crecimiento personal está ahí, esa es la prueba de fuego, ese es el reto por superar para realmente graduarse, para realmente sentir que se ha pasado a otro nivel. Quiero saber qué es lo que me trajo hasta aquí y por qué.
       
   

sábado, 17 de agosto de 2013

Your sex is on fire

Me pregunto si la próxima vez que encuentre el olor de tu perfume en alguien más me dará asco.
Apenas he podido olvidar otros perfumes que al principio me extasiaban y después su encanto se transformó exactamente en lo contrario. Esto ya ha pasado antes, con otros, pero nadie era como tú. Por eso sé que esta vez las nauseas me atacarán con más fuerza y por cada respiro que inhale tu aroma, se formarán un nudo en mi estómago y un hueco en mi pecho.

Ahora sentiré en cada suspiro cómo me arrebatas el aire.

La lluvia no cesará porque aquí no ha dejado de ser verano. Sigo estacionada en aquel día lluvioso en que me propusiste escaparme contigo... desde entonces sólo anhelo esos momentos en que puedo salir corriendo afuera, lejos, mientras tú entras en mí.

Me pregunto si la próxima vez que vea un condón me acordaré de ti. Ese inconfundible olor a látex que no creo poder dejar de asociar contigo y con tu siempre protagónico pene. Eres el primero, por eso me pesas tanto.

Lo que me preocupa es que ya hasta mi propio olor te evoca a tí. 

Creo que ya tampoco podré ver pornografía, bueno, en realidad nunca acabó de gustarme, pero ahora habrá algo que la hará insoportable. La gente común suele ver esas cosas para satisfacer su deseo y más o menos llenar una ausencia. En cambio yo, las veo sólo cuando estoy contigo, cuando sé que lo que estoy viendo es lo que estoy a punto de hacer.

A veces siento que "lo nuestro" ha sido tan sólo una película porno muy larga, una que consta de varios capítulos en los que siempre pasa lo mismo, pero diferente.

Tampoco puedo masturbarme sin pensar en ti. Casi puedo ver tu rostro, tus manos, sentir tu calor, oír tu voz, siempre eres tú. Es como si vinieras a visitarme cada noche y mis dedos trazaran tu camino, llevándome al éxtasis contigo. Te extraño tanto que me llena de impotencia no poder arañar tu espalda y abrazarte antes de que te vayas, pero ya te fuiste...

No importa lo fuerte que pueda ser mi deseo, ni la potencia de mi imaginación. Al final, justo cuando debería llegar a la cumbre de mi exitación y un fuerte gemido quiere escaparse, me doy cuenta de tu ausencia y mis lágrimas se escurren.  

No hay placer sin ti.



     

jueves, 25 de julio de 2013

Segunda Opción

En los días de verano lluviosos como este, recuerdo cómo comenzó todo.
Antes, sentía una nostalgia insoportable y la necesidad de conmemorar esa ocasión en la que por fin me atreví a arriesgarme a sabiendas de que lo perdería todo.

Pienso en ese primer beso, el primero de todos...

¿Sería más feliz ahora, si nunca hubiera ido con Él a ese bar?, ¿Estaría más tranquila?
La respuesta sigue siendo: No.

Yo ya no podía tragarme el cuento del príncipe azul y me di cuenta de que de cualquier manera yo no había nacido princesa. No había razón para esperar algo en la torre más alta. Tenía que escaparme de ahí.

Él me ofreció ir "a dónde el viento nos lleve" y no dudé en dejarme llevar, porque algo me indicaba que Él era lo más parecido a un príncipe en estos tiempos de crisis.

Ahora estoy tratando de alejarme y ya hay otro prospecto que aunque sé que no llenará este vacío, al menos es una fuente de entretenimiento. La otra vez que salí con él casi ni pensé en A..., aunque de pronto era inevitable recordarlo.

Este tipo es menor que yo, parece una buena persona, se ve que es antisocial y algo ingenuo (lo cual en la prepa me hubiera encantado). En estos momentos no veo gran cosa en él, tal vez sea porque es muy lento, es inocente, sí demuestra que quiere algo pero le falta acercarse con decisión.

Nada que ver con A... que cuando menos me di cuenta, su lengua ya estaba danzando con la mía y probando todo lo que pudo.

Sé que suena mal decir todo esto, pero es que no sé qué hacer. Necesito entretenerme para olvidar a ese seductor que me inició en esta posición perversa. Parece que una vez iniciciado el juego, nadie se puede retractar. Yo ya no puedo jugarle a la princesita. 

A veces siento que soy una mala persona por no darle oportunidad a otras personas, ni dármela a mí misma. Estoy en una posición en la que no espero nada de nadie y tampoco quiero que nadie me pida nada. Quisiera no esperar nada para no estarme decepcionando ni de mí ni de los demás.

Este niño, llamémosle "el arquitecto", es una buena persona, pero en la segunda "cita" me porté mal con él. No pude evitarlo, de pronto ya estaba haciendo comentarios hostiles y no me sentía mal por hacerlos, ni siquiera me daba cuenta hasta que me sorprendía a mí misma haciendolo.

La verdad es que desde el principio tuve una mala actitud, llegué con incredulidad y teniendo en mente que no me dejaría sorprender.  Tal vez influyó que su idea inicial era que fuéramos a su casa a ver películas... sonaba familiar, peligrosamente familiar. Pensé "no, no quiero ir a tu casa a que me manosées, mientras fingimos entretenernos frente a una pantalla." No quería equivocarme en las mismas estupideces, recordé cuando fui a casa de R... y las cosas subieron muuucho de tono. Hubo un momento en que sentí miedo de lo que seríamos capaces los dos y no quería volver a sentir eso.

La conversación fluyó bien a pesar de que yo no venía en la mejor disposición y trataba de tomarme mis precauciones con él. Todo estaba bien hasta que yo hacía un comentario feo, sin embargo él nunca me contestó mal.  Mis ojos huían de su mirada, siempre me da miedo que alguien pueda encontrar algo en ellos, algo que no quiero que vean.

Después de tener múltiples oportunidades para intentarlo en lugares más propicios, se le ocurrió insinuarme que lo besara justo frente a los torniquetes del metro. Me dio mucha pena, no sabía qué hacer, ¿qué me costaba besarlo? Besé a R... tan fácilmente a pesar de A..., pero esta vez no pude hacerlo. No sé, se me hacía injusto, incorrecto, raro. Sólo se me ocurrió decirle: "No, todavía no." y me fui casi corriendo cual colegiala de telenovela. Recordé un poco aquella vez en la prepa en la que le dije a H... que me gustaba, en un puente peatonal.

Me sentí un poco ridícula, me sentí como una niña estúpida e inmadura. Yo que me la pasaba diciendo que él era el pequeño inexperto y yo fui quien se vio así con mi actitud. Prácticamente huí de él, no sé cómo es que todavía me habla, pensé que me odiaría después de eso.

En verdad quisiera reemplazar a A..., en verdad quisiera darle una oportunidad a este niño, a mí misma, pero cada mes, especialmente en este julio lluvioso, no tarda en llegar ese momento en que mi cuerpo lo reclama sólo a Él.  
        

jueves, 11 de julio de 2013

I wish I was special

A veces me acuerdo mucho de Bolita, pienso que si no hubiera sido un imbécil, ahorita los dos podríamos ser muy felices. Antes de que prácticamente me bloqueara de facebook, yo pensaba que él y yo podíamos ser amigos. Tenía la inocente idea de que en algún momento podía volver a platicar con él de trivialidades y preguntarle cómo le va en la vida; no por compromiso, sino por interés genuino.

Me imaginaba que tal vez podía darle "like" a alguno de sus estados de vez en cuando y que podría felicitarlo gratamente el día de su cumpleaños, haciéndole saber mis buenos deseos y tal vez preguntándole cómo estuvo su peda de celebración.

Después de todo, ¿las cosas no terminaron mal?, ¿o sí? Sólo tuvimos un "desacuerdo", después de que él mismo me dio a leer la conversación que tuvo con mi amiga aquella noche extraña en que nada debió suceder.

No entiendo por qué tuvieron que hacer lo que hicieron. Muchas veces deseé que ella nunca le hubiera dicho nada, ¿qué más daba si él era un patán?, por lo menos me hubieran dejado ser feliz y vivir en mi ingenua ilusión un poquito más. Una semana más, un mes, no sé, el tiempo suficiente para darme valor y alejarme de A... de una vez por todas. Sólo la esperanza de algo mejor, una ilusión todavía más fuerte podrían alejarme de Él. De otra manera, A... seguirá siendo lo mejor que me ha pasado en la vida, por siempre jamás.

Desilusiones como la de R... son las que me hacen aferrarme más a A..., pienso que si de todas formas a nadie le importan los sentimientos, ni las relaciones y todo aquello más allá del sexo les parece estúpido e inecesario, pues por lo menos A... no es hipócrita y siempre ha mostrado sus verdaderas intenciones, es directo, constante, me cumple y es mucho más guapo que cualquier otro idiota que haya conocido en mi vida.

A... simpre está ahí cuando lo necesito, es el veneno y el antídoto.

Pero ahora pienso en R..., en cómo me abrazaba, cómo me besaba, cómo tomaba mi mano. De verdad que no se sentía falso... ¡pero qué tanto puedo saber yo de estas cosas!

A... ha estado tan raro conmigo, que muchas veces ya ni sé por qué sigo con esto. Ya no me besa como antes, ya no me besa!! La última vez que nos vimos todo volvió a ser tan extraño como aquella vez en que me escapé con él después del concierto de Sonata Arctica.

Supuse que sería "la noche", ya ni siquiera sé en qué número vamos, pero perder la cuenta hoy no tiene el mismo sentido que tuvo antes.
Mis papás no estaban, era nuestra oportunidad para vernos cuando fuera, donde fuera, tardarnos lo que fuera, ¡tal vez incluso no regresar a casa a dormir!

Fantaseé tantas cosas esa noche, ¡estaba muy emocionada!, pero esta vez sin el estrés de que alguien se enterara de dónde estaba y con quién. Me sentí libre de hacer lo que fuera, como si no hubiera nadie más que Él y yo. Nos imaginé en un hotel que he soñado (de verdad lo he soñado, no es un recurso literario), en un cuarto blanco con una luz muy tenue, es la luz del amanecer. Todo es blanco, incluso hay rosas blancas, las cortinas de las ventanas apenas dejan entrar la luz, aunque su tela es ligera y se vuela con el viento. Las ventanas están abiertas, pero no importa. Esas cortinas vuelan sobre nosotros como velos que apenas cubren nuestra desnudez y alimentan nuestra ansiedad de tocarnos. Huele a flores y el día apenas está comenzando. No sé si así amanecimos o si nunca dormimos.

Sabía que no iríamos al hotel de mis sueños, pero me conformaba con tener un rato en la regadera con Él sin tener que preocuparme por secarme el cabello o por oler a Rosa Venus... aunque siempre he preferido regresar a casa, meterme a mi cama y encontrarme con su olor en mi piel.  

Él me mandó varios mensajes, muchos, todos sobre qué íbamos a hacer y cosas así. Se notaba que estaba bastante emocionado, incluso me propuso que hiciéramos algunas cosas que no me convencían demasiado, pero supuse que en el hotel las cosas serian diferentes... y sí, pero no fueron mejores.

Ya no me besa, ahora lo evita. Tampoco me dice cosas como antes, sólo habla para decir algo sobre "su verga". Sé que ya son muchas mis quejas, que no hay motivo para seguir con eso, pero es que ¿acaso hay algo mejor que eso?

Cuando llegamos al hotel las cosas empezaron bien, recuerdo cómo cerré todas las ventanas y cambié mis cosas de lugar porque Él quería ponerlas justo donde puse las mías. A veces siento que me pide favores estúpidos sólo para observar cómo hago lo que me dice de inmediato y sin cuestionarlo.

La psicóloga me dijo que varias cosas apuntan a que tengo un esquema en mi cabeza que no concibe el amor sin la obedencia. Muchas veces pienso que A... ha sido mi salida a eso, porque todo Él, todo lo que hacemos, todo lo que sucede entre nosotros va contra las reglas, es desobediencia sin sentido.
Pero otras veces también pienso que Él es tan sólo otra de esas personas a las que pretendo manetener a mi lado obedeciéndolo, anulando mi voluntad... porque cualquier cosa es soportable, menos que se vaya.

Después de encender la radio y la televisión, se apresuró a tomarme por la espalda y empezar a pasear sus manos por mi cuerpo. Yo seguía en el tocador, frente al espejo, y podía verlo detrás de mí y verme a mí misma cerrar los ojos cada que sus manos llegaban a mis senos o a mis caderas.

Sus manos se metieron debajo de mi ropa poco a poco, pero no fue hasta que sus dedos apretaron mis pezones, que yo me quité la blusa desesperadamente. Creo que casi rompo mi brassiere, pero esta vez Él estaba siendo más paciente y se conformó con acercarme más a su cuerpo y besar lentamente el talle de mi cintura.

Sus besos iban subiendo, pero justo cuando volteé para que sus labios y los míos por fin se encontraran, sólo sentí su lengua, pero no hubo ningún beso.

Me quité los pantalones, mientras Él se desnudó por completo. Supe que quería sexo oral y yo también quería hacérselo. De verdad me gusta mucho hacérselo, pero ¿por qué diablos siempre tiene que tomar mi cabeza y empujarla hacia su miembro? Tal vez Él no sea brusco, pero yo así lo siento, ni siquiera me deja hacérselo bien cuando se pone así.

De pronto se emociona demasiado y me presiona. Necesito aire, pero bueno, por lo menos me dejó acariciarlo... otras veces no me deja. De ahí todo fue empeorando, hasta el momento en que me hizo oral a mí. Su lengua es deliciosa y siento que no se detiene... hasta que se le ocurre empezar a hacer otra cosa.

Siempre llega ese momento en que estoy nerviosa, en que tengo miedo, en que se nota que no confío en Él. Yo ya no sé qué hacer, no me concentro y Él ya tampoco se esfuerza mucho por tranquilizarme. Quiere intentar otras posiciones, pero todo es muy forzado. Yo no me siento bien, no puedo, no lo dejo entrar.

Pero a pesar de todo, hay algo irresistible en Él y al final, después de un rato, cuando cree que es mejor ya no seguir intentándolo, ¡se puede! Así fue como entró esta última vez, tomé su rostro entre mis manos, mientras me dijo: "Así no puedo.", pero apenas terminó de decir eso, ¡se pudo!

No sé si sea que necesito ver sus ojos o escuchar su voz, pero no es tan fácil llegar a ese momento en que se siente que todo embona (en todos los sentidos). Noté su satisfacción al sentir que entraba en mí, y esta vez hizo algo diferente. Se colocó encima de mí, pegado a mi cuerpo y comenzó a gemir cerca de mis oídos.

Esta vez tampoco pude moverme, pero no fue incómodo. Me encantaba escucharlo, aunque eso hizo que yo tratara de hacer menos ruido para poder escucharlo mejor. Mis manos sólo podían acariciar su espalda, pero lo más bonito era sentirlo tan cerca, tan mío, sentí cierta entrega que antes no había sentido. Sus gemidos me lo probaban, sonaban a que estaba dándomelo todo... aunque sea sólo físicamente.

Fue muy lindo, pero yo había venido por más, para mí eso no era "todo" aunque sonara a "todo".  

Gritó cuando se vino y se quedó encima de mí, aunque ya no estaba moviéndose, sentí su pene dentro de mí, sentí cómo palpitaba. Nunca había sentido eso, era como si una parte de Él viviera dentro de mí. Yo no quería que se saliera y aunque su cuerpo era pesado, no me importaba que me aplastara, quería que Él siguiera adentro.

Mis manos siguieron acariciando su espalda, mientras Él se relajaba después del esfuerzo que hizo. Yo sabía que estaba muy cansado, pero yo quería más de Él, siempre quiero más, pero no es precisamente más sexo lo que quiero. Me bastaría con que se quedara ahí, acostado conmigo por un momento más, sin inventar pretextos tontos, sin irse a bañar, sin decir nada.

Pero en cuanto se salió, sólo se quitó el condón, lo tiró y volvió a acostarse, tocándose la frente, como si le doliera la cabeza, como si estuviera muy cansado... pero creo que no era sólo eso, era como si se cubriera la cara de vergüenza.

Yo sabía que se sentía mal de que todo hubiera durado tan poco, pero no era algo conmigo, era algo más bien consigo mismo. Creo que en realidad Él sólo se recostó a pensar qué hacer después y a intentar descansar. Yo no sabía qué hacer para hacerlo sentir mejor, así que sólo lo seguí acariciando hasta que por fin se le ocurrió un plan.

"¿Qué día es hoy?", me preguntó. "Jueves", contesté. Y de ahí se inventó que había olvidado no sé qué cosa que tenía que llevarle a su mamá... entonces ya nos teníamos que ir.

Yo estaba ahí, desnuda y de pie frente a Él. Mientras Él se vestía apresuradamente, yo me negaba a vestirme, sólo me quedé ahí parada, observando su actuación.

Al final me rendí y empecé a vestirme, mirando la tele con la mirada perdida, mientras Él seguía llenando de detalles inútiles su pretexto emergente. De pronto noté que Él estaba viendo como yo veía la tele y sentí que algo lo incomodó. Creo que se dio cuenta de que existe la posibilidad de que yo vea pornografía de la misma forma que Él la ve, lo que no sabe es que a mí no me importa qué tan grande es el pene de quien sea que salga ahí, ni siquiera me importa que hayan pasado por todo el kama sutra de ida y vuelta... yo sólo quisiera más tiempo con Él.

Cuando apagó la tele y el radio me acerqué a Él buscando un beso, pero se volteó de la manera más sutil que pudo, aunque esta vez me abrazó y no fue un abrazo de esos que dan más coraje que gusto, fue un abrazo bonito.

Me sentí segura y calientita en sus brazos por un lapso de tiempo considerable, algo que Él jamás hace. No recuerdo muy bien qué hablamos en el camino... ahhhh, ya, le intenté preguntar de la manera menos insistente qué diablos pasó con su celular, ¿por qué lo cambió y luego recuperó el número?

Me contó una historia que aunque sonaba convincente, no respondía ninguna de las preguntas que tenía en mente. Al final, cuando nos despedimos, volvimos a abrazarnos y yo casi tuve que robarle un beso a la fuerza porque no quería irme sin eso.

¡Qué patético!, ¡Qué estupidez! Yo siempre intento hacer lo que quiere y Él no puede darme un simple beso a cambio. Algo dentro de mí me hizo pensar en lo ridículo y humillante que había sido hacer eso, pero a la otra parte no le costó trabajo seguir engañándose.

Cuando entré a mi casa ahí estaba la misma música norteña, casi podría decir que la misma canción que estaba cuando me fui, y mi hermano vomitando o algo así. "¿Ya te vas?" me preguntó. "Ya hasta regresé", contesté. "Ni cuenta me dí", dijo él.

Yo tampoco me doy cuenta del tiempo, ya han sido dos años de esperarlo en la obscuridad una vez al mes.      

 
  





lunes, 3 de junio de 2013

My way or the highway

"Some day you'll see things my way..."

Estoy estancada, hace mucho que no escribía nada porque ahora que voy con una psicóloga pensé que ya no habría necesidad de escribirle a nada, porque "alguien" podría hacer el papel de esa nada a cambio de dinero... y que podría decirme de vez en cuando alguna pequeña gran verdad sobre mí.

Tal vez este camino es algo que todos debemos recorrer solos, "pedir ayuda" es sólo una ilusión. Aunque tengo que aceptar que desde que voy a platicar con ella, me he sentido mejor. Antes sentía que en cualquier momento podía explotar, ahora sólo me siento atrapada.

Todo parece indicar que le tengo miedo a la soledad, que prefiero estar mal acompañada que sola, que no me importa lo que tenga que pasar con tal de tener a alguien cerca de mí. Eso suena muy revelador, pero por extraño que parezca, no me importa. No me indigna ni me molesta ser consciente de que soy capaz de todo (inclusive de hacerme daño a mí misma) con tal de sentir o de hacerme creer que le importo a alguien y que tengo la capacidad de complacer a ese alguien.

Suena denigrante, sin embargo no me molesta, es como si inclusive a una parte de mí eso le pareciera "correcto". Pero, ¿por qué? No entiendo por qué soy así, qué me hizo ser así, por qué tengo esa enfermiza y penosa necesidad de sentir que alguien me quiere. Peor aún, ¿por qué me desprecio tanto a mí misma por sentir eso?

Eso sí me hace sentir mal, saber que soy tan vulnerable al deseo de los otros, saber que deseo tanto a "el otro" es lo que me pone mal, ser consciente de eso me molesta demasiado. Lo extraño es que aunque esté molesta conmigo por sentir eso, no estoy molesta conmigo en el momento en que complazco el deseo de los otros, sólo entonces dejo de sentirme mal.

Un día la psicóloga me dijo que yo tengo un modelo en el que considero al amor y a la obediencia como dos conceptos unidos, tal vez inseparables. Hay algo dentro de mí que piensa que sólo obedeciendo a alguien lograré que me acepte y me quiera. Sólo cumpliendo lo que me diga "el ser amado" al pie de la letra, sin objetar, sin cuestionar, me cueste lo que me cueste, sólo así me siento merecedora de afecto. De otra manera no lo soy, no siento que haya razón alguna para que alguien me quiera más que esa.

Por eso ando por la vida intentando no causar molestias, no hacer ruido, intento portarme bien no por una recompensa, simplemente por el afecto que a otros les dan por el simple hecho de ser lo que son y que siento que yo no me merezco, que yo sí tengo que esforzarme por obtenerlo.

Eso también me indignó, eso sí que fue revelador, no pude evitar sentir cierto odio hacia los demás, hacia todos, hacia esas personas que dicen quererme y que tal vez sólo quieren tenerme cerca porque saben que pueden pedirme lo que sea y lo haré, saben que tienen el control sobre mí, conocen mi debilidad y se fortalacen de ésta. No me quieren a mí, sólo quieren sentir que tienen poder sobre alguien... ni siquiera les parece especial que sea sobre mí o sobre cualquier otra persona, sólo disfrutan sabiendo que lo tienen.

Tal vez sea paranoia, no lo sé, siempre creí que no le tenía miedo a la soledad, creía conocerla bien. Cuando era pequeña nadie quería jugar conmigo nunca (hasta que llegó mi hermano), los primeros años de mi vida escolar estuvieron llenos de soledad, a la gente yo no le agradaba. Debería estar acostumbrada a la soledad, las veces que he tenido problemas, que me he sentido triste, nunca nadie me ha comprendido, nunca me he sentido acompañada en esos momentos... debería estar acostumbrada.

Pero de pronto pienso que tal vez todo ese tiempo estuve aterrada de la soledad, tal vez todo ese tiempo tuve más miedo que nunca, tanto que me escondí de mí, me hice creer a mí misma que me había acostumbrado. ¡Jamás me acostumbré! Por eso fue que desde niña busqué algo a qué aferrarme, "alguien", eso que tanto daño me ha hecho, eso que tanto desprecio ahora y que considero el principio de todos mis males, la semilla que germinó en todas esas cosas que tanto odio de mí.

Aprendí que existía "alguien" que no se fijaría en detalles, que iba a cuidarme y a quererme todo el tiempo, que siempre estaría pensando en mí, que tenía un plan especial para mí, que haría todo lo posible para que yo estuviera bien, que me daría todo lo que necesitara en el momento preciso, que estaría para mí cada vez que lo llamara, que me escucharía, que me entendería, que me ayudaría, que me querría incondicionalmente. 

Era demasiado, era algo que yo obviamente no merecía, pero el precio no era tan difícil de pagar, sólo tenía que portarme bien, sólo tenía que obedecer, sólo tenía que ceder siempre, sólo tenía que renunciar a mi voluntad y dársela a "alguien" más. 

Por un tiempo creí que no estaba sola, pero después me di cuenta de que sí...

No me acostumbré a la soledad, sólo me acostumbré a sentirme acompañada cuando no lo estaba. Y ahora que veo que estoy sola me siento tan vacía, que pareciera que estoy buscando a un nuevo dios. Necesito a alguien que me jure amor eterno, aunque no sea cierto, basta que lo cumpla de vez en cuando, que deje que una sutil coincidencia alimente mi fe, sólo necesito que me lo diga para que yo pueda alabarlo mientras tenga fuerzas para hacerlo, no importa cuántas veces me traicione o me abandone... me bastará con que se aparezca de vez en cuando.

¿Cómo deshacerme de ese modelo? Está tan profundamente incrustado, ¿cómo lo arranco sin desgarrarme?

Recuerdo que cuando era niña pensaba mucho en la muerte, no es que fuera una niña suicida, sólo no entendía qué sentido tenía continuar en este mundo lleno de tanta gente que me desagradaba y a la que le desagradaba (y a la que para colmo, a pesar de todo, yo tenía que obedecer), cuando de todas maneras el fin de todo esto sería estar con esa persona amada por toda la eternidad. Yo me portaba tan bien, yo no entendía por qué no venía por mí de una vez.

Estar aquí nunca tuvo sentido para mí hasta que me dí cuenta de que su sentido estaba en todo eso de lo que me estaba privando, me di cuenta de que yo no estaba viviendo. Aún no sé si estoy viviendo ahora, porque ese momento de rebelión, esa seducción que en un principio me hizo sentir tan libre, poco a poco se va revelando como más de lo mismo.

Él es la puerta de salida que resultó ser la entrada a otro cuarto dentro de la misma casa... y yo quiero salir de la casa. ¡Pero todavía no puedo! No puedo salir mientras siga esperando encontrar algo eterno afuera.



       

No sé

Ya ni siquiera sé por dónde empezar, no sé en qué me quedé y no quiero releer lo último que escribí.
No quiero mirar atrás.
Hoy me siento mal, no he podido dormir... tengo muchas cosas pendientes, en todos los aspectos.
No sé bien qué voy a hacer ahora. No sé hacia donde empezar a moverme.
Sé que tengo que aceptar que estoy sola, pero el problema es que aceptar eso también implica aceptar que estoy parada en el mismo punto y no me he movido nunca.... aunque creí haberlo hecho.
Eso es lo que más me frustra.
Quisiera poder sentir que estoy completa, dejar de buscar a mi otra mitad, dejar de tener esa necesidad de no sé qué, porque ni siquiera es compañía.
Estoy harta de A, pero no lo puedo dejar, no quiero, no puedo dejar de pensar que Él es lo mejor que me ha pasado.
Con Él por lo menos sé que tengo algo de vez en cuando.
Me cuestiono mucho por qué quiero algo "seguro"
Tengo ganas de ir a "las islas" y acostarme en el pasto y ver el cielo, sin que el sol me deslumbre y sin que el pasto esté muy húmedo. Quisiera poder respirar profundo y cerrar los ojos, sientiéndo el aire en la cara y tal vez estar sola un rato, o tal vez junto a alguien, pensé en Julio, pero no.
A veces me dan ganas de masturbarme en cualquier lado, pero no puedo porque hay gente y cuando por fin estoy a solas y es de noche, ya no tengo ganas. Ya no puedo pensar en sexo sin que esté Él ahí, no me imagino otra forma de hacerlo, no me imagino haciéndolo con alguien más aunque haya estado a punto de hacerlo.
A veces también me dan ganas de hacerlo con todos, quien esté, quien se deje. Sería muy bueno poder llegar y sólo bajar los pantalones de alguien, sólo eso pido, alguien que me baje los pantalones y haga algo, ahí, donde sea, que se mueva, que me mueva.



martes, 7 de mayo de 2013

Más de lo mismo

Si todos son así, yo no quiero ser como ellos.
No puede ser, el mundo no puede ser así...

miércoles, 3 de abril de 2013

Un paréntesis incómodo, pero necesario.

Recuerdo haber dicho en algún momento que R... merecia un espacio especial donde relatara mi historia con él.
Hoy dudo que esa historia tan efímera lo merezca, pero se lo daré.
La razón no va tan ligada a lo especial que él haya sido en mi vida o no, sino a tener disponible un relato objetivo de esa historia la próxima vez que cometa la estupidéz de ver luz donde no la hay.
Intentaré ser breve para no otorgarle más espacio del que merece, aunque también cuidaré no perder detalles importantes, buenos y malos.
Bolita no me ha hablado en todas las vacaciones. De hecho, el momento en que se desapareció fue justo después de que yo le hice una invitación directa para que saliéramos. Cabe mencionar que esa invitación se la hice por inbox, después de haberle dicho prácticamente lo mismo vía mensaje de texto un día antes, mensaje que jamás contestó. Tampoco hay que olvidar que el "bendito" facebook avisa cuando tus mensajes han sido vistos y no cabe duda que él los ha visto todos en algún momento del día, pero no ha contestado ninguno.
¿Por qué? Ni puta idea.
En serio ha sido una reacción extraña de su parte, especialmente porque justo la semana anterior a ésta fue él quien me invitó (inocentemente, un día en que sólo estaría la sirvienta) a ver películas en su casa. No fui porque de verdad no podía (tenía que hacer un trabajo) y se lo dije. Después de eso todo siguió normal, hasta que yo le hice la invitación y empezó a ignorarme.
¿Por qué? Ni puta idea.
Tal vez serviría hacer un recuento de lo que pasó la última vez que lo vi para tratar de entender esto:
Fue un sábado, les mentí a mis padres y les dije que saldría con varios amigos, aunque sólo saldría con él. Simplemente quería ahorrarme las explicaciones.
R... me mandó un mensaje como a las 4 de la mañana (cosa que no me molestó, digo, acostumbrada a los mensajes de A...) donde me dijo que pasaría por mi a las 10:20 o algo así. Me llamó "princesa" y eso era lo importante. Sé que mandó ese mensaje a esa hora porque seguramente estaba pedo, o se estaba reponiendo de su peda, o lo que sea. El punto es que el hecho de que R... es parrandero y algo borracho nunca ha sido un secreto para mí, después de todo, fue así como lo conocí.
En fin, llegó tarde por mí, lo cual es normal y comprensible, todos lo hacemos. Recuerdo que traía una playera verde con la bandera de México porque ese día sería el clásico de beisbol, o algo así. Bueno, eso no es importante, lo rescatable de ese momento es que cuando vi esa sonrisa en su carita de niño me puse muy feliz... no sé por qué.
En verdad se le había hecho tarde, ni siquiera le había dado tiempo de sacar el coche, así que nos fuimos en taxi. Una vez dentro, no pasó mucho tiempo para que me besara y fue muy lindo porque me dijo: "Sabes rico.", era mi brillo labial de fresa. Lo miré y tomé su mano grande y cálida, no quería soltarla por nada del mundo. Mientras mi mano derecha sostenía su mano izquierda, mi otra mano acariciaba el dorso de la suya apenas con la punta de mis dedos. A ratos R... volvía a besarme y a mí me encantaba que lo hiciera. Sus besos son dulces en todos los sentidos.
Cuando nos bajamos, estábamos en el campo de beisbol donde él juega, me advirtió que su equipo era malo, pero no me pareció importante. Yo sólo quería verlo y sabía que él era un gran jugador, aunque no tenía ni idea de cómo se juega eso.
Me presentó a algunos de sus amigos, uno era muy muy guapo, pero no me importaba que lo fuera, yo venía con Bolita y él era quien me importaba. Ni siquiera pensé en A... en esos momentos.
Jamás entendí cuándo empezó el partido, ni cuándo termino, ni cuánto iban. Yo sólo ponía atención cuando R... me mandaba besos desde el campo y cuando se acercaba a las rejas frente a las gradas, a través de las cuales nos besábamos de verdad. También me invitó algo de tomar y hasta me preguntó si quería comer algo, pero eso no es lo importante, lo mejor eran sus palabras: "¿Qué se siente estar tan bonita?", me decía.
R... tenía sus fans, unos viejitos que le echaban porras jajaja, era evidente que él era el mejor de su equipo. Muchas veces lo escuché quejarse y enojarse con los demás durante el partido, pero conmigo seguía siendo lindo todo el tiempo. Creo que me atrae mucho eso de él, alguna vez le dije que era rudo y tierno a la vez... y que eso me gustaba. R... tiene ese algo que te hace sentir que si estás con él no puede pasarte nada. R... jamás dejaría que tuvieras frío, o sed, o hambre, o que alguien te pusiera un dedo encima. Es una bolita suave y cálida que puede cubrirte por completo con un abrazo... por más empalagoso y ridículo que eso pueda sonar.
Ese día con Bolita fue como una probadita de esa parte tierna que se supone que compone a las "relaciones normales". Esas cosas que en otro momento me hubieran parecido asquerosamente cursis, con él no lo parecían, simplemente sucedían y se sentían bien. Recordé el poder que tienen las palabras de hacerte vibrar por dentro, cómo hasta una mirada puede ser cálida, lo adictivos que pueden ser los besos, lo excitante que puede ser un abrazo, lo intensas que pueden ser las cosas simples... es algo que a veces olvido cuando estoy con A...
R... me hizo darme cuenta de que existen otras formas de ser tratada.     
Cuando el partido terminó me dijo que disculpara que su equipo fuera tan malo y que era mejor su equipo de los domingos. Esperamos otro taxi mientras mis brazos rodeaban su cuello y los suyos mi cintura. Era tan cariñoso, que casi no podía creerlo, no había conocido nunca a alguien así. Estoy acostumbrada a que la gente se harte de tanto contacto, a que suelten mi mano, a que acepten mis abrazos por un rato... si es que los aceptan, incluso a que interrumpan mis besos con un: "Ya nos tenemos que ir." R... no se hartaba, el tipo no tiene llenadera, como dije antes: es insaciable igual que yo. Cada que tomaba su mano tenía la seguridad de que él no me soltaría hasta que yo lo hiciera.
Al subir al taxi, seguimos abrazados y nos besamos más. Desde la vez que fuimos a Coyoacán por el helado, tuve esa sensación de que mis labios ya no podían más, pero mientras no lo besaba sentía el irresistible impulso de seguir haciéndolo. Bolita lo supo explicar mejor cuando me dijo: "Mis labios no quieren separarse de ti.", aquél día... y tengo que confesar que esa declaración me enchinó la piel e hizo que todo mi cuerpo temblara desde adentro.
El taxi nos condujo al salón de fiestas de su familia, donde íbamos a ver "el clásico", lo cual no me importaba en lo más mínimo. Ahí me presentó a sus hermanos y a las novias de sus hermanos y a su papá, a su mamá no, ella me ignoró por completo, pero supongo que ese era su papel y en realidad no me importó tanto. Lo extraño fue que después llegó cierto amigo suyo que yo conozco bien, de hecho, él me gustaba en la prepa e hice algunas estupideces para llamar su atención en aquella época. Obvio, no le hablé de eso a R... porque este individuo es su mejor amigo y sabía que él también sería discreto, no había razón para sacar a relucir esas nimiedades.
Con lo que acabo de explicar supongo que es más fácil comprender por qué caí tan fácil y tan rápido en esto. ¿Acaso no parece serio que alguien te invite a una especie de "reunión familiar" y te presente a gente tan "oficial"?
No es que yo sea ingenua o estúpida o suicida, es que la gente se las arregla bastante bien para armar sus montajes. No sé si las personas de plano se creen sus propias mentiras o su grado de bipolaridad es así de alto... ¿será su alter ego?, ¿su doppelganger?. ¿será que yo le doy mucha importancia a algo que nunca fue importante?
El punto es que hubo comida, así que R... y yo subimos a lavarnos las manos y antes de que pudiera captar por qué diablos íbamos los dos al baño juntos, él me cargó y empezó a besarme.
Esta vez fue más intenso, intentaba besar mi escote y yo me resistía, no quería ceder tan fácil, no quería equivocarme en lo mismo. Esta vez tenía que darme a desear de verdad... aunque una parte de mí también deseara que la intensidad subiera hasta donde se pudiera. Cuando el deseo te consume a tí no hay forma de "darte a desear". Ya valió.
Esa misma parte de mí empezó a fantasear con lo emocionante y divertido que sería hacerlo en el baño de un salón de fiestas que aparte de todo era de sus papás.
En fin, el faje estuvo bueno. R... me llevó cargando hasta colocarme sobre el lavabo y sus manos intentaban meterse debajo de mi ropa. Yo seguía besándolo, mientras sentía como sus movimientos cada vez eran más insinuantes y noté que su pene estaba erecto.
Una parte de mí tuvo miedo, pero otra ya fantaseaba con ser penetrada sobre el lavabo de un salón de fiestas, mientras él seguía besándome y acariciaba mis piernas que todavía estaban cubiertas por mis pantalones.
Después de un rato R... se calmó un poco, aunque creo que su pene seguía erecto cuando bajamos... espero que no lo haya notado alguien de ahí.
El partido fue aburridísimo, lo único agradable fue sostener la mano de R... o sentirla sobre mi rodilla, no podíamos hacer mucho porque había gente "oficial" jajaja.
Cuando por fin terminó eso, R... me pidió que lo acompañara a su casa para sacar a pasear a sus perros. Sonaba a algo medio cursi la verdad, pero seguro sería lindo porque sería con él. Su casa estaba muy cerca así que llegamos pronto, aunque en cuanto entramos capté que no íbamos precisamente a pasear a los perros. Una vez dentro, Bolita volvió a cargarme y se sentó en un sillón de su sala, yo quedé encima de él y seguí besándolo, mientras él intentaba quitarme la blusa... yo luchaba por resistirme. Cada vez se pegaba más a mi cuerpo y se movía como si estuviera penetrándome, aunque todavía trajéramos ropa, podía sentir el ligero roce de su pene erecto. Mientras seguía moviéndose lo miré y negué con la cabeza, intentando darle a entender que no tendríamos sexo (o más bien reafirmándome a mí misma que no debía hacerlo). R... asentía con la cabeza cada vez que yo negaba, después dije "no" en voz muy baja (esa voz que es la única que puedes usar cuando estás haciendo ese tipo de cosas) y él me decía "sí" con el mismo tono. No puedo evitar ser contradictoria con estas cosas porque aunque le dijera que "no", seguía besándolo y no pensaba soltarlo.
Entonces escuchamos algo y cuando volteamos nos dimos cuenta de que su hermano y su novia habían entrado. Casi en cuanto entraron se salieron, pero me asusté mucho. Afortunadamente no nos vieron... creo, porque hay una pared un poco estorbosa.
En cuanto supimos que ya no había nadie, R... me cargó de nuevo mientras con su pie movió un sillón cercano que resultó ser un sofá-cama y me recostó ahí. Estaba decidido a colocarse encima de mí, pero yo me levanté casi al instante, sabía que si me quedaba ahí algo iba a pasar y tal vez no podría evitarlo. Entonces sentí mucho miedo, pensé que era muy sospechoso que hubiera un sofá-cama justo ahí y que estuviéramos justo ahí y que no hubiera nadie justo en ese momento. Pensé que todo estaba fríamente calculado y que en realidad yo apenas lo conocía a él y en realidad podía pasar lo que fuera aunque yo no quisiera. Yo estaba en su casa, estaba cerrada, ¿cómo salir?, ¿a dónde ir?   
Pero justo cuando empecé a temerle, sentí que se calmó un poco y volvimos a sentarnos en el otro sillón. Sus besos eran tan tiernos que ya no pude sentir ningún tipo de miedo hacia él, sentía que nunca me haría algo que yo no quisiera. Me tranquilicé y comnecé a desear que las cosas siguieran subiendo de tono. Podía sentir sus manos en mi espalda, sus caricias eran tan suaves, me estaba tratando justo como me gustaría ser tratada siempre.
Entonces pensé en Él...
Todo se arruinó, me sentí mal. De pronto volví a tener miedo, pero ya no de él... de mí. No era cuestión de que sintiera que le estaba siendo infiel, era que si algo más pasaba alteraría el curso y la intención de las cosas porque empezaría a seguir un patrón.
De repente todo me recordaba a Él, la sala tenía espejos en las paredes donde podía verme de frente y a R... de espaldas, justo como el espejo que estaba en el techo de ese hotel. Y las manos de R... acariciando mi espalda eran casi como los dedos de A... deslizándose desde mis hombros hasta mi espalda la primera vez que lo hice en mi vida. Los dos me han dirigido una mirada tan similar, la de un hombre rendido invitándote a que te rindas con él. La segunda vez que salí con A... fue que acepté ir con Él a ese hotel y esta era justo la segunda vez que salía con R... ¿acaso también me acostaría con él?
Estaba a punto de convertirse en una costumbre y ahora me parecía algo tan fácil de hacer. ¿En verdad me es tan fácil quitarme la ropa y estar encima de alguien después de unos cuantos cumplidos y haberlo conocido un poco?, ¿Acaso así sería mi vida de ahora en adelante?, ¿Me acostaría la segunda vez que saliera con alguien con la esperanza de que me llamara después para invitarme a hacer otra cosa además de coger?
Cuando lo hice con A... fue especial porque en esos momentos no hubiera pensado hacer eso con nadie más que con Él. Porque A... es demasiado guapo, es un sueño, no podía negarme, lo deseaba tanto. Sólo lo quería a Él y sabía que nadie más tendría ese efecto en mí. Pero ahora, si volvía a hacer lo mismo con R... lo que había pasado con A... ya no sería especial, ni Él ni yo seríamos especiales, ni nuestra historia, ni tampoco R... y ese pensamiento me alteró mucho porque otra parte de mí estaba deseosa de desnudarse frente a él porque sabía que él admiraría mi cuerpo de una manera que no ha hecho A... Esa parte no podía esperar a recostarse en el sofá-cama y complacerlo. Esa parte se imaginaba a R... cargándola y penetrándola contra la pared.
La parte más fuerte resultó ser la que tenía miedo, así que cuando R... me preguntó: ¿Por qué no?, sólo pude hablarle otra vez de Él y decirle que no podía hacerlo por Él. "¿Entonces sí es algo serio, verdad?", me preguntó R... y le aclaré que no, pero sabía que aunque él decía que eso no le importaba, sí le importaba.
Sin embargo, mi otra parte quería irse satisfecha y consideró que ciertas cosas pueden pasar de acuerdo a ciertas reglas... así que el sexo se reduciría a la penetración, cualquier otra cosa, no sería tan "sexual" y por lo tanto estaría permitida.
Fue por eso que dejé que R... desabrochara mi brassiere (lo cual le costó bastante trabajo) y acariciara mis senos. Sus grandes y cálidas manos eran tan delicadas con mi cuerpo que no dudé en dejarlo hacer lo que quisiera. Primero tomó mis dos senos entre sus manos y paseó sus dedos por mis pezones, la expresión de su rostro me indicaba que no podía creer lo que tenía en frente, así que de inmediato sentí su boca succionando mi pezón derecho. Le pregunté: "¿Te gusta?" y me contestó: "Sí, mucho." Y al mismo tiempo siguió acariciando ambos senos pasando su boca de uno a otro, recorriendo mis pezones con su lengua para después seguirlos succionando. Era una delicia, estaba devorándose mis pechos y yo no quería que se detuviera nunca nunca.           
A ratos volvíamos a besarnos en los labios, algunos besos eran largos e intensos, otros eran más suaves y cortos. Lo abarcé fuerte y él también lo hizo, fue tan lindo. No sé si A... me ha abrazado de verdad alguna vez, las veces que lo ha hecho es sólo para mantenerme cerca de Él mientras me penetra, es su forma de asegurarse que no me moveré de ahi.
R... de verdad sentía placer al abrazarme, podía sentirlo. Entonces susurró algo que no entendí bien, así que me acerqué más a él para escucharlo, habló en voz muy baja, creo que le daba pena decir lo que iba a decir, apenas entendí que dijo algo así como: "¿pero mis dedos si pueden entrar?"
Ya sabía a lo que se refería, así que sólo sonreí mientras pensaba para mí misma: "no creo que eso cuente como tener sexo, así que podemos hacerlo."
Entonces nos paramos y él se colocó detrás de mí. Empezó a pasear su pene erecto detrás de mí, lo cual se sentía bastante aunque trajéramos los pantalones puestos. Mientras una de sus manos seguía acariciando mi seno izquierdo, la otra la colocó en medio de mis piernas y empezó a tocarme. Primero me resistí, aunque no pude hacerlo por mucho tiempo, con todo y ropa se sentía muy bien. Así que desabrochó mi cinturón rapidísimo (para eso sí que fue hábil) y cuando menos lo esperé metió su mano debajo de mi ropa interior. Sentí que sabía muy bien lo que estaba haciendo, sabía cómo tocarme, sus dedos empezarón a acariciar mi clítoris y no pude evitar empezar a gemir. Lo estaba haciendo tan bien que de verdad tuve que contener las ganas de gritar, aunque tenía toda la libertad de hacerlo, no quería. En ese momento volví a pensar en A...
Él me ha dicho tantas veces que le encantan mis gemidos que no quería dárselos a otra persona, tal vez suene tonto, pero sentía que por lo menos tenía que guardar eso para Él. Creo que hasta a mí me aterraba la idea de que otra persona pudiera hacerme sentir tanto placer.
R... sabía esperar, sabía que el placer hay que trabajarlo y no es tan fácil de lograr. Era como si supiera exactamente en qué momento ya no podía más para ir al siguiente paso. Lo mejor era que no se detenía y llegó el momento en que me hizo explotar, me temblaron las piernas y sentí que ya no podría seguir manteniéndome en pie, y a pesar de eso siguió tocándome con insistencia, pero delicadeza a la vez. Supe que había tenido un orgasmo porque sentí que mi cuerpo se paralizó y se extendió, no sé cómo explicarlo, pero ni siquiera yo misma me había tocado así. Cuando me masturbo suelo tocarme hasta llegar al orgasmo, pero después de tenerlo dejo de tocarme y esta vez él siguió tocándome, creo que no se dio cuenta de lo que provocó en mi porque ahogué mis gemidos y gritos (como suelo hacer cuando me masturbo). Tuve una sensación chistosa después del orgasmo, eran como cosquillitas, pero placenteras, no pude evitar sonreir, aunque traté de contener las risitas que se me querían escapar. Fue una sensación casi infantil que dotó de cierta ternura el momento.
Aquí entra la pregunta incómoda de si he sentido algún orgasmo con A... y la verdad es que no. He llegado a tener esa sensación de que nuestros cuerpos se hacen uno, esa sensación de que he abandonado mi propio cuerpo para ser otra cosa con Él, pero siempre se viene antes de que yo pueda sentir ese "algo" culminante, ese momento en que te abres completamente, esa emoción risueña que sentí esta vez con R...
Eso me dio un poco de miedo, creo que lo que evitó que me sintiera mal fue pensar que cuando me masturbo hago casi lo mismo y no está ninguno de los dos.
Todo sucedió muy rápido, creo que después de eso Bolita entendió que ya no sucedería nada más, así que aunque ya se había quitado la playera sólo lo besé y acaricié su rostro intentando no hacerlo de la misma manera en que acaricio a A...
Ahora estaba pensando en Él más que nunca y pensé en lo injusto que era eso para R... Lo menos que cualquier ser humano se merece es que sólo estés pensando en él mientras te lo coges (o haces algo parecido). Era triste pensar que de alguna u otra manera me la pasé comparándolos.
Lo peor fue cuando R... me dijo: "¿y yo qué hago?" refiriéndose a su pene que seguía erecto. No pude evitar recordar los mensajes de A... : "dime qué hago con este pene durísimo?? pide a gritos tu deliciosa boca para venirse!!", "ya no aguanto más, se me sale del pantalón", "necesito penetrarte y escuchar tus gemidos en la oreja", entre otras de sus frases célebres.
Ya no quería acordarme de Él, pero ahí estaba todo el tiempo desde que sentí el orgasmo.
Bolita se bajó un poco los pantalones para mostrarme su pene, yo sólo sonreí y lo toqué. Me sentí pésimo, no pude evitar pensar: "A... lo tiene más grande."
Y después me sentí peor cuando pensé: "Bueno, si R... lo tiene más pequeño entonces es más fácil hacerle oral." Por un momento pensé en hacérselo, pero después volví a pensar en A...
De verdad, creo que por ahora yo no podría chupar otro pene que no fuera el de A..., probablemente podría caer en hacer otras cosas, pero eso creo que tardará más tiempo.
Después pensé que no había razón para que yo pensara todas estas idioteces. Mi comportamiento era el de una puta y estaba siendo injusta con todos.
Pero, es que... ¡¿yo qué?!
A lo que voy es a que puedo sonar como la persona más desalmada, cruel y sexosa del mundo, a una persona sin corazón que no tiene respeto por nadie y que no quiere a nadie. Una perdida que ya nada le importa y se va con cualquiera.
Pero es que ¡¿yo qué?!, es decir, ¿acaso no son ellos desalmados, crueles y sexosos también? Parece que no tengo ninguna consideración por alguno de ellos, pero ¿acaso ellos la han tenido por mí? Parece que yo no quiero a nadie, pero ¿acaso alguno de los dos de verdad me quiere a mí? Parece que yo no respeto a nadie, pero en realidad ni siquiera me respeto a mí.
No es que piense que tengo derecho a tratar así a la gente, pero es que creo que no debería sentir nada porque sé que ellos no sienten nada. No puede afectarte lo que hace alguien que no te importa. No es como que los engañe, bueno, tal vez sí, pero no es como que les duela. Sé que estoy haciendo algo malo, pero si a nadie le importa ni le afecta es como si no estuviera haciendo nada.
Eso es lo que pienso ahora que R... no me habla, pero en esos momentos todo fue diferente.
Sentía mucha culpa de pensar en A... cuando estaba con él, así que cuando nos vestimos y sacamos a pasear a los perros intenté pensar en otra cosa, pero no funcionó. Me estaba portando rara y él lo notaba... y es que todo era tan raro también. Después de tener sexo, A... no quiere que le ponga un dedo encima y aunque yo quiera seguir tocándolo o besándolo, Él siempre se aleja de mí. Por eso era tan raro que R... estuviera tomándome de la mano y platicándome trivialidades como si nada sexoso hubiera pasado entre nosotros. Cuando R... le dio las llaves de su casa a su hermano y tuve que volver a ver a tooooda la familia me sentí súper mal, estaba tan paranoica que sentía que todos sabían lo que él y yo habíamos hecho y que me odiaban por eso. Era casi como si pudieran saber sobre la existencia de A... y a pesar de que R... si supiera y a pesar de que ya había tenido un poco de lo que quería, él seguía tratándome bien. Antes de pedir el taxi que me llevaría a casa, todavía me preguntó si no quería algo de la tienda y a ratos nos abrazábamos y besaba mi sien. No podía creer que siguiera siendo tan tierno después de haber hecho algo sexoso, simplemente no cabía eso en mi cerebro y yo no dejaba de pensar en lo tonta que he sido, en lo mucho que he dado a alguien que poco me ha dado a cambio. Y aquí estaba este niño que entregaba cachitos de él con tanta naturalidad.
En el taxi de regreso a mi casa todo empeoró. No podía dejar de estar tan ensimismada, pensando en lo mala persona que era y en lo lindo que era él conmigo. R... seguía besándome en los labios, también tomó mi mano y la besó, después me preguntó: "¿En qué piensas?" y respondí la pregunta de la forma más típica e idiota que se me ocurrió: "En nada." Y me contestó: "Conozco esos ojitos, sé que algo estás pensando.", y no pude evitar voltearme, fue un reflejo, no podía mirarlo a la cara, no quería enfrentarlo y al mismo tiempo no soltaba su mano, tampoco quería que me abandonara. Entonces nos quedamos callados un rato y fue feo, sentía que estaba tratándolo mal y él era quien menos lo merecía.
Al llegar a mi casa, me despedí de él y pues me dirigí a mi casa, estoy tan acostumbrada a hacer eso, es lo que hago con A... siempre, además él tenía que regresar a su casa y tenía que seguir en el taxi, así que sólo salí del vehículo hasta que vi como también se salió y estaba dispuesto a dirigirse conmigo hasta la puerta de mi casa para despedirse de mí. No podía ser, simplemente era demasiada atención. Creo que nunca he sabido lo que es eso.
Bolita traía puesta una chamarra negra, se veía bien, fue la misma que se puso cuando su brazo empezó a dolerle, recuerdo que después del partido le temblaba la mano y yo la sostenía como si pensara que eso fuera a hacerlo sentir mejor. Pero, ¡era verdad!, de repente sentía que su mano dejaba de temblar y ahora que lo veía totalmente cubierto con esa chamarra pensaba que tal vez dentro de él algo no andaba bien y no quería mostrármelo. Ya que estuvimos frente a frente afuera de la puerta de mi casa, vi su carita de tristeza, nada que ver con la sonrisa que me regaló cuando me vio en la mañana. Ahora ya estaba obscuro, todo estaba obscuro y yo no quería verlo así, pero no sabía qué decir. R... sólo se despidió con un "ahí nos seguimos hablando por facebook, ¿no?" y yo le contesté que "sí" de la manera más seca y horrible que pude... así salió de mí. Quería abrazarlo o algo, pero no quería que mi abrazo le supiera a lástima, tenía que demostrarle que me importaba, pero al mismo tiempo no quería demostrarle nada.
Es que no podía creer que pensara en seguir hablándome, no quería esperar nada de él, no quería ilusionarme tontamente otra vez, tenía miedo, pero tampoco quería hacerlo sentir mal porque hasta ahora nadie ha sido tan bueno conmigo como él.
Ahora pienso que no debí preocuparme tanto porque no estoy segura de importarle tanto a él y eso la verdad sí me parte. R... estaba empezando a ser la personificación de la esperanza, esa salida que necesito para huir de algo de lo que siento que no puedo salir sola. Y ahora es sólo más de lo mismo.          
   


 
       
   
        
  

  

     
          
 

sábado, 30 de marzo de 2013

The end is here, there´s no more pills to swallow.

Sé que estoy a punto de hacer lo mismo, pero quiero especificar algunas cosas antes de empezar a empeorarlo. Odié leer mi publicación anterior, es injusto hablar de R... y A... en un mismo texto, tal vez incluso en un mismo reglón. Así que aunque muchas cosas han sucedido con R..., quiero escribir su historia aparte, porque él merece muchas páginas dedicadas sólo a él. De igual manera A... es A..., Él es Él y seguramente seguirá colándose en mis pensamientos por un buen rato. Todo lo que hay aquí es por Él, siempre será el inicio, "el seductor de mis pesadillas", el primero y el único (hasta ahora). Antes de Él no hay nada, ha sido mi todo, mi sueño hecho realidad. Gracias a Él he aprendido tanto, he gozado tanto, he gemido tanto, he gritado tanto, he llorado tanto, me he estresado tanto: he vivido. Sin Él yo no sabría lo que es el placer.
En algún momento pensé que tal vez, a partir de lo que ahora es "ahora", sólo debería de continuar escribiendo hasta concluir su historia y dejar que todo esto se pierda en el ciberespacio. Pero ahora pienso que antes de ser SU historia, es la mía.
Por eso continuaré escribiendo otras cosas, aunque no tengan que ver con Él, porque seguramente, muy pronto, lo que escriba ya no lo incluirá a Él... intento que eso no me duela, pero la única manera de lograrlo es restándole valor a lo que ha sido A... para mí, pensando en el último mal recuerdo que tengo de Él. Es como un círculo vicioso porque al mismo tiempo, pensar en Él de esa manera me entristece porque no quiero que lo último que quede de Él sea incómodo de recordar. Quiero mirar atrás y estar segura de que esta historia tiene significación y sentido. Ese siempre ha sido el propósito de escribirla, ser leída tal y como fue en el momento. Ahora, sólo me aferro a que continúe y sea como antes fue, o como antes soñé que fuera, o como antes soñé que sería... pero ya es hora de darle fin.

"Ya no lo quiero, es cierto, pero tal vez lo quiero.
Es tan corto el amor y es tan largo el olvido."

Me disculpo una vez más (no sé con quien) porque volveré a mencionar a R... en este texto que tiene como propósito concluir la historia de A... Lo que sucede es que él estuvo presente de alguna manera cuando entendí que esto ya está acabando (por no decir que ya acabó). Mi corazón parece haber encontrado un consuelo en R..., no lo sé, tal vez lo estoy utilizando, tal vez eso esté mal, pero su presencia ha cambiado un poco las cosas, no me siento tan sola, tengo una esperanza.
R... me da fuerza. Es por eso que ayer le mandé un mensaje para verlo y en menos de dos minutos obtuve una respuesta, pero no era él, era Él.
Pero Él no era Él.
Al principio parecía Él, no sólo porque era su número. El mensaje había sonado a Él, su escritura, la forma de expresarse, su estructura, todo se parecía a Él. Fue un: "Hola!! Dónde estás?!" Así, con signos de interrogación y admiración juntos, esos que empecé a usar desde que empecé a mensajear con Él. Antes, yo no solía expresar la emoción en mis cuestionamientos ni la duda en mis exclamaciones.
Sin embargo, esta vez no sentí lo mismo que siempre sentía al recibir sus mensajes. Antes, cierta excitación recorría mi cuerpo porque con un "hola" bastaba para hacerme sentir deseada y buscar la manera de escapar con Él en el menor tiempo posible.
Esta vez me invadió el miedo. Sentí que ya no quería verlo y tuve miedo de volver a caer a pesar de eso. Le contesté: "Hola!! Estoy en mi casa, pero no creo poder salir ahorita :(" Era la forma más fácil de deshacerme de la incómoda tarea de buscar un nuevo pretexto para escapar, verlo directamente y decirle en su cara que ya no lo quiero ver. A pesar de mi miedo, hay muchas cosas que me gustaría decirle, quisiera que supiera lo mucho que lo quise (¿o lo quiero?), lo mucho que todavía me importa, lo que él ha significado y significa en mi vida y que en verdad deseo que le vaya bien y siga siendo exitoso, que lo admiro, que lo respeto y que también quiero que sea feliz... pero no sé si pudiera hacerlo teniéndolo en frente. No sé si me saldría la voz, no sé si lloraría, o si simplemente me resignaría a volver a acostarme con Él aunque sólo le importe su propio placer.
Quisiera no sentirme estúpida, pero es como me siento ahora.
Veo su cara, en fotos, en videos y sé que en verdad jamás podría decirle nada si lo tuviera en frente.
Cuando pienso que sólo podré volver a ver su cara así, en fotos y videos, en segunda dimensión, se me llenan los ojos de lágrimas.
¿Por qué lo quiero? ¿Por qué me aferro tanto a Él?
Son esas preguntas complejas que no he querido responderme aunque siempre me las haga.
En fin, la respuesta a ese mensaje sobre mi paradero fue la que acalaró todo, pues la siguiente vibración reveló un nuevo mensaje que decía: "Yo pensé que estabas en casa de Franco." Fue entonces que mi cerebro conectó todo.
Él ya me había dicho que vendería su celular con todo y chip y que cambiaría de número, me lo dijo dos veces: una en vivo, otra por mensaje (cuando su celular todavía era suyo). Me dijo que luego me pasaría su nuevo número, pero es un hecho que su celular ya le pertenece a otra persona y no me ha pasado nada... tal vez al final Él se me adelantó y decidió desde antes que ya no quiere volver a saber nada de mí.
Eso es algo tan triste que creo que mi cerebro lo evade para evitar que caiga en depresión, simplemente no lo capto.
No entiendo nada.
Pero ese es el punto, he perdido la única forma de contacto que tenía con Él y sólo de Él depende que alguna vez podamos volvernos a ver. Él sabe dónde encontrarme, yo no a Él.
Después de intentar concebir que Él ha terminado con esto, pensé en lo raro que es que alguien más (que además ni conozco) tenga mi número entre sus contactos. ¿Acaso A... no los borró y vendió su celular con todo y contactos? Me apenó mucho la idea de que alguien más pudiera saber qué tipo de cosas nos mandábamos Él y yo. De cualquier manera es un poco estúpido que alguien te mande un mensaje pensando que eres otra persona, especialmente cuando tu número está guardado con un nombre que evidentemente le será desconocido al nuevo dueño del súper iphone de A... ¿o no?
Mi mood paranóico me hace pensar que A... siempre guardó mi número con otro nombre para no despertar sospechas o que el nuevo dueño del celular es un poco pervertido y sabe lo que yo le escribia a A... así que tal vez le pareció interesante tener algún tipo de contacto conmigo, pero al final le dio pena y por eso fingió otras cosas. La última opción, la más paranóica, es que A... no ha cambiado su número, pero quiere que yo piense eso porque ya no me quiere ver.
Tal vez ninguna opción es verdad, pero todas llevan a lo mismo: hemos perdido nuestra única forma de contacto= esto se acabó.
A ratos pienso que fue mejor que terminara así, porque sería muy difícil tener que enfrentarlo. Él es irresistible para mí, el simple hecho de verlo me haría retractarme inmediatamente de todo.
Otras veces pienso que esta ha sido la peor manera en la que podía terminar nuestra historia. Esta jugada tan simple, tan cobarde, hace ver todo insignificante, como cualquier trivialidad, como si nunca hubiera existido.
Pero nunca ha sido eso para mí (aunque creo que sí lo fue para Él y una parte de mí siempre lo supo), por eso siento que estoy buscando la manera de hacerlo especial para mí.
No lo sé, necesito un periodo de luto, un moño negro, cortarme el cabello, ayunar, volar globos, quemar papeles, sumergirme en el agua, de verdad no lo sé, algo más simbólico que marque que esto se acabó.
Me hubiera gustado verlo y decirle mi verdad, me hubiera gustado que Él también me hubiera dicho su verdad... aunque ambas cosas me hubieran destrozado.
No sé qué hacer ahora, he guardado tanto de Él en todas partes. Aquí, en mi celular, el folleto de postday (pienso que algún día podría serme útil a mí o a alguien), el desodorante que usé durante ese verano en que empezó todo. Cada que lo huelo es como si me transportara a ese entonces, siento las mismas ansias, el mismo deseo. Me acuerdo mucho de las calles de La Roma, pienso en la primera vez que salimos, ese bar, ese hotel. Me veo a mí misma combinando mi ropa interior, saliendo de casa desde temprano sin soltar el celular, arreglándome en el baño de algún restaurante en la noche, brillo labial sabor arándano.
Arreglándome para Él.
Me acuerdo de la primera vez que me depilé el área de bikini... cosas que no hubiera hecho nunca hasta que lo conocí.
Esa sensación genial de que nadie sepa donde estás en realidad, estar en su auto, en la noche, embriagándome con su olor... quisiera poder recordarlo mejor, pero se pierde. Sólo puedo volver a oler mi desodorante y recordar que en esos días empecé a sentir que realmente era hermosa, y si no lo era, me bastaba serlo para Él.
Tengo poco más de 700 mensajes en mi celular, de los cuales probablemente poco más de 600 son de Él. No los he borrado y no quiero hacerlo, ni siquiera porque me conflictúa un poco el hecho de que esos mensajes que alguna vez fueron suyos, ya no lo son. Ahora proceden de alguien extraño, si los abriera podría ver el nombre de A..., pero aunque diga A..., ya no es A... No podría contestárselos ahora, aunque ya lo hice antes, porque ahora ya no es Él.
No sé qué hacer con esos mensajes porque no los pienso borrar nunca. No sé cómo ni dónde los guardaría, pero los quiero conmigo, cerca, son mi única prueba de que Él alguna vez me correspondió... aunque Él ya no sea el remitente y ahora lo sea un extraño que seguro no se imagina que en sus manos tiene el instrumento que por casi dos años conectó a dos amantes.
 Y en verdad nos conectó, no es un decir, ¿cuántas veces pensé en Él y en seguida recibí un mensaje suyo?, ¿cuántas veces me pidió que adivinara lo que estaba pensando y lo hice? Recuerdo lo especial que fue esa vez en que me dijo que estaba masturbándose y yo también estaba haciéndolo. Algún día en algún momento nos deseamos con tal fuerza que nos invocamos el uno al otro. Me llena de nostalgia pensar que alguna vez fue así y eso es lo mejor que pasará entre nosotros, pues no sucederá de nuevo.
Me reconforta pensar que en algún sentido fui especial para Él y que tal vez piense en mi algún día... y me extrañe.
Me gustaría que pensara en mí la próxima vez que tenga sexo con alguien, porque creo que yo me tardaré un rato hasta poder dejar de recordarlo y comparar a otros con "El seductor de mis pesadillas". 



      
    
  


    

sábado, 23 de marzo de 2013

Quisiera que esta no fuera la última noche... pero no sé.

Después de aquella fiesta pensé que Bolita simplemente se olvidaría de mí, pensé que yo sería para él tan sólo "una chava con la que me besé en una fiesta una vez." De hecho, creí que no recordaría mi nombre. Pero eso no fue lo que pasó.
Me envió solicitud de amistad en esa famosa red social que me genera sentimientos encontrados y desde entonces platicamos casi todas las noches por inbox. R... me pregunta cómo me fue en el día y a cada rato me dice que soy muy bonita, me pide que le mande besos virtuales y también me pide permiso para soñar conmigo.
Tiene una pésima ortografía, pero no puedo esperar a que anochezca para que se conecte y pueda leer lo que me escribe. Tengo que confesar que cuando me pide que le mande besos en verdad me concentro e intento pensar que realmente mis labios pueden alcanzar los suyos.
Un día "me invitó un helado en Coyoacán", suena tan cursi, tan cliché, tan fuera de lugar, tan nada que ver conmigo (ni tampoco con él), pero fuimos.
Platicamos y nos besamos mucho, mucho, mucho. No se cansaba de besarme, "Mis labios no quieren despegarse de ti.", me dijo después de un rato... y me volvió a besar. Así que pensé: tal vez nuestros mundos no tengan nada que ver, no nos gusta lo mismo, ni pensamos igual, pero hay una sóla cosa que nos une y es lo suficientemente fuerte como para continuar con el juego y es que los dos somos insaciables.
Cuando regresé a mi casa me sentí mal, otra vez pensé en A...
Bolita ya sabe de Él, pero dice que no le importa... no sé si eso sea bueno o malo.

"El seductor de mis pesadillas" reveló su peor lado hace poco... de hecho, por eso me he tardado tanto en escribir lo que ha pasado. Esa noche (¿la octava?), perdí la cuenta a propósito porque quisiera no contarla.
A pesar de eso siento que tengo que relatar lo que pasó, es algo que no he podido contarle a nadie con detalle por la incomodidad que me causa... ni siquiera a mi psicóloga. Por cierto, dato curioso: Ya voy a terapia. Otro de mis secretos.
Esa noche fui a un concierto con Aldo, power metal finlandés, no especificaré la banda. Dejé mi celular en paquetería y cuando fui por él tenía como 5 mensajes de A... donde me proponía que nos viéramos con los términos de costumbre. Le expliqué que iba saliendo de un concierto y que me tardaría un poco en llegar. Aldo me miró con seriedad cuando supo con quien mensajeaba y me dijo: "Creí que eso ya iba a terminar." Sólo pude responder: "Yo también."
Me regañó o algo así, pero no me importaron sus palabras, yo ya estaba acordando con A... nuestro siguiente encuentro.Estaba tan ansiosa como siempre, cuando Aldo me dejó en mi casa yo fingí que entré pero inmediatamente salí corriendo para por fin encontrarme con Él.
Hacía un frío horrible, así que me refugié en una silla cerca de un restaurante que estaba en ese centro comercial donde suelo esperarlo. Mi celular vibró entre mis manos con la frase: "se me sale del pantalón.", y esa imagen me hizo entrar en calor por un instante. Estaba llena de sudor y con el maquillaje corrido debido a la intensidad del concierto y ahora tenía las manos entumecidas mientras una voz interna me decía: "¿En verdad no preferirías estar en tu casa y dormir?"Obvio no.
Siempre que espero a A... tengo una sensación de abandono muy extraña, me siento como un vagabundo que no tiene donde pasar la noche, me olvido de que tengo familia o amigos, me siento realmente sola y a veces tengo miedo, pero sé que Él llegará cuando menos lo espere y ya no sentiré ningún hueco, ninguna ausencia, nada de frío. Intentaba pensar en eso mientras envolvía mi cuello y la mitad de mi cara en una bufanda que me prestó mi mamá, pero no podía dejar de mirar el reloj con impaciencia y esa voz interna seguía diciéndome: ¿Acaso no estás harta de esto?... de esperar. ¿Hasta cuándo?

"Esperan, no esperan nada, pero esperan. Su corazón les dice que nunca han de encontrar."

Cuando por fin me avisó que había llegado corrí hasta su coche, a veces creo que sería capaz de cruzar la calle hasta con el semáforo en verde con tal de encontrarlo e irme con Él. Cuando llega no pienso en nada, sólo quiero estar con Él. Cuando entré al auto le hablé emocionada sobre el concierto, pero creo que no le importó mucho, estaba muy serio, algo callado, raro.
Otra vez fuimos al hotel bonito de la vez pasada y otra vez compró condones Playboy. Subimos las escaleras de caracol y yo pasé al baño, necesitaba enjuagarme un poco el sudor del concierto. Mientras tanto, él buscó los canales pornográficos, como suele hacer.
Cuando salí del baño él ya estaba desnudo sobre la cama, así que me desnudé torpemente y lo besé, pero no sentí que eso fuera un beso, era como si sus labios no se movieran. Así que comencé a chupar su pene, lo cual creo que le agradó más.
Después se levantó un poco para tocar mi vagina y mi ano con sus dedos mientras mordía mi pezón izquierdo... pero algo faltaba, no era como antes.
De ahí nos pasamos a la 69, pero aunque su lengua era una delicia seguía faltando algo y yo no podía saber qué era.
"¿Cómo quieres que empiece?", me dijo mientras se ponía el condón.
"No lo sé.", respondí desconcertada. Tal vez era mi oportunidad para pedirle algo especial, pero no sabía qué, no sabía que quería, no entendía qué faltaba.
Así que sólo se avalanzó sobre mí decidido a penetrarme. Tomé su rostro entre mis manos y le dije: "Despacio" Y Él contestó: "Sí, despacio." Pero no lo hizo despacio.
Entró en mi con fuerza y cuando mis brazos intentaron empujarlo para cambiar de posición (como solemos hacer), Él presionó su pecho contra el mío muy fuerte, echó todo su peso sobre mí y quedé inmóvil mientras seguía penetrándome cada vez más rápido y más duro.
Me estaba doliendo... y él lo sabía.
Si no se notaba en mi rostro, tenía que notarse en mis gemidos que ya no sonaban tan placenteros, aunque eso me hizo pensar algo. Después de todo, ¿cuál es la diferencia? Un buen actor de doblaje debe haber notado desde sus inicios en la profesión de la reproducción de la naturalidad de la voz humana en ambientes de ficción, que la mujer que coge y la que está pariendo suena prácticamente igual en la televisión.
Me ha pasado que desde mi cuarto escucho gemidos que provienen de la televisión del cuarto de al lado, inmediatamente pienso en pornografía, pero descarto la idea porque mi mamá dice que ver eso "daña el espíritu". Así que cuando me asomo a su cuarto y veo que se trata de algún programa sobre mujeres embarazadas, una película de terror o simplemente eran las expresiones de gozo de una mujer frente a su nueva casa remodelada, pienso muchas cosas, pero la pregunta más frustrante es:
¿Por qué suenan igual los gemidos de placer que los de miedo o dolor?
¿Por qué no puedo distinguir su intención y todos los considero de índole sexual?
 En fin... culpemos a las actrices de doblaje, aunque no esté segura de que sean las responsables.     
Mis gemidos, esos que Él mismo ha catalogado como "lo mejor de coger contigo", no sonaban igual y si Él no lo hubiera notado, no hubiera empezado a besarme con desesperación como si intentara callarme, como último recurso para taparme la boca.
Cambiamos de posicón unas dos o tres veces, bueno, más bien Él me cambió de posición. Movía mis piernas a su antojo, en algunos momentos deslizaba sus manos con suavidad sobre mi cuerpo, sus caricias me hicieron calmarme un poco, pero cuando por fin empezaba a sentirme cómoda, sacó su pene, se quitó el condón y supe que era tiempo de volvérselo a chupar.
Se lo chupé hasta que se vino y ahí acabó todo.
No puedo describir mi insatisfacción... mi frustración.
Fue una noche pésima.
Cuando acabó fue a enjuagarse el pene o algo así y me dijo: "Me lastimé, no es nada grave, sólo me rocé con el condón, creo que fue por la fricción."
En ese momento todavía le pregunté cómo se sentía, si estaba bien, si no era muy grave.
Ahora sólo pienso en una palabra: KARMA.
Le valió madres saber que estaba lastimándome y terminó lastimándose Él mismo.
Yo no me quería vestir, no me quería ir, las cosas no podían terminar así, pero él ya estaba mensajeando a no sé quién y yo sólo lo observaba de perfil, en su posición de "muñequito de rosca de reyes".
Le pregunté qué pasaba y me contó otra historia extraña sobre tener que llegar temprano para abrirle a su hermano porque no traía llaves del depa. Aunque me lo explicó, jamás entendí la relación entre "tener que irse ya" y eso. Según esto, ¡su hermano ni siquiera había llegado aún!, así que le dije:
"¿Por qué no le dices que todavía no estás y cuando él llegue que te marque o algo para que tú le abras?"
"No, si no, no duermo.", me contestó.
"Pero puedes dormir en lo que llega, sólo te vas a parar para abrirle.", le dije.
"No, a mí no me gusta hacer eso, después no me puedo volver a dormir." dijo Él.
Había algo extraño en eso, yo no podía entender que no pudiera hacer esa cosa tan insignificante por su hermano, que no pudiera tolerar despertarse para abrir una estúpida puerta. ¿En serio era mucho pedir?
O sea... yo lo he esperado a Él en la calle, en el frío, sola, por más de media hora (sin mencionar todas las mentiras que tengo que decir para hacerlo y el estrés que eso me provoca.)
Me pregunté si alguna vez en su vida habrá conocido lo que yo defino como "esperar a alguien".
¿Haría Él por alguien (aunque no fuera yo), lo mismo que yo hago por Él?
... empecé a dudarlo.
Para colmo la figura materna volvió a aparecer. "Es que si mi hermano llega y ve que no estoy, le va a hablar a mi mamá.", me dijo.
¡¡¿¿QUÉ PEDO??!!
En verdad no entendí absolutamente nada, sonó como un niñito cobarde que tiene miedo de que lo acusen con su mami. Pareciera que ningún hombre pudiera separarse de las faldas de su madre jamás. ¡Qué horrible! Digo, está bien que el departamento es de su mamá, pero ni siquiera vive con ella.
Le pregunté: "¿Y por qué tu hermano habría de hablarle a tu mamá?"
Él contestó: " Pues porque va a llegar, no va a saber qué hacer y va a pedirle un consejo a alguien."
Sólo pude responder: "... yo no le hablaría a mi mamá para eso."
Algo estaba molestándome, varios pensamientos se estaban conectando en mi cabeza. Suponiendo que su hermano tomara el teléfono y le dijera a su mamá todo, ¿qué?, ¿es su vida, no?, ya es mayor, ya no vive con ella, ya trabaja y se mantiene solo.
Cuando mi mamá se enteró de esto tuve mucho miedo y me deprimí por unas cuantas semanas, pero a pesar de su desaprobación yo sigo haciéndolo porque me gusta. Además, yo no podía ponerme tan rebelde porque no tengo un trabajo y eso me hace dependiente de ella. Si me corren yo no tengo a donde ir, Él ya no puede ser corrido y en caso de serlo podría sobrevivir solo.
Él nunca sabrá lo que es que tu mamá te diga que eres una cualquiera, que le da asco lo que haces.
¿Alguna vez se habrá enfrentado a su madre?, ¿Alguna vez se habrá atrevido a contradecirla?, ¿Alguna vez lo haría (aunque no fuera por mí)?
Recordé que antes de que todo empezara, cuando apenas comenzó a hablarme por facebook (antes de que me borrara), A... me invitaba a salir súper noche y me decía: "Escápate! qué? te pegan, o qué? "
Este hubiera sido el momento perfecto para decirle: "Quédate! qué? tu mamá te pega, o qué?"
Conclusión: Me dí cuenta de que Él jamás haría el menor sacrificio por mí y tal vez por nadie. Me molestó que no tuviera ni la menor idea de todo lo que yo he pasado por Él, todo lo malo que he creído que ha valido la pena sólo por estar con Él, sólo por ese placer.
Regresando a la escena, esta vez ni siquiera se metió a la regadera, yo me resistía a vestirme hasta que vi que Él empezó a hacerlo y ya no me quedaba de otra. Cuando los dos ya traíamos la ropa puesta volví a besarlo, casi tuve que voltear su cara hacia mí para hacerlo y cuando por fin nuestros labios estaban unidos, se apartó de mí diciendo: "Ya nos tenemos que ir."
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Maldita sea!!!!!!!!!!!!! ¿Por qué? ¿Para que su mami no descubra que tiene una "amante"?
¡¡De todas formas si lo descubriera la más jodida sería yo!! Porque en estos casos sólo puedes quedar como una maldita o como una estúpida.
Estaba muy molesta, pero sentía que tenía que disimularlo.
Me vestí rápido, Él me preguntó como dos veces si no olvidaba nada y en algún momento dijo: "Hoy no me diste nada, ¿verdad?"
Se refería a algo que no he mencionado en ninguno de mis otros relatos: mi cooperación económica con el precio del hotel. Casi siempre pagamos mitad y mitad para el hotel y Él compra los condones y el alcohol y el lubricante en ocasiones especiales.
Esta vez no aporté nada y no pensaba hacerlo, así que sólo contesté en seco: "No."
Y Él no me dijo nada.
Cuando nos subimos al coche intenté hacerle la plática, pero nada fluía.
Sus respuestas eran cortas y cortantes. Nunca quiere hablarme mucho de Él.
Comunión fática evidente.
Al llegar a la puerta de mi casa me dijo que me hablaría el miércoles porque no tenía nada que hacer, como siempre, no lo hizo.
Al día siguiente me mandó un mensaje diciendo que cambiaría de número y luego me lo pasaría. Han pasado ya tres semanas desde eso y no me ha mandado nada. Lo extraño es que ya no me preocupa mucho no tener su nuevo número.