miércoles, 3 de abril de 2013

Un paréntesis incómodo, pero necesario.

Recuerdo haber dicho en algún momento que R... merecia un espacio especial donde relatara mi historia con él.
Hoy dudo que esa historia tan efímera lo merezca, pero se lo daré.
La razón no va tan ligada a lo especial que él haya sido en mi vida o no, sino a tener disponible un relato objetivo de esa historia la próxima vez que cometa la estupidéz de ver luz donde no la hay.
Intentaré ser breve para no otorgarle más espacio del que merece, aunque también cuidaré no perder detalles importantes, buenos y malos.
Bolita no me ha hablado en todas las vacaciones. De hecho, el momento en que se desapareció fue justo después de que yo le hice una invitación directa para que saliéramos. Cabe mencionar que esa invitación se la hice por inbox, después de haberle dicho prácticamente lo mismo vía mensaje de texto un día antes, mensaje que jamás contestó. Tampoco hay que olvidar que el "bendito" facebook avisa cuando tus mensajes han sido vistos y no cabe duda que él los ha visto todos en algún momento del día, pero no ha contestado ninguno.
¿Por qué? Ni puta idea.
En serio ha sido una reacción extraña de su parte, especialmente porque justo la semana anterior a ésta fue él quien me invitó (inocentemente, un día en que sólo estaría la sirvienta) a ver películas en su casa. No fui porque de verdad no podía (tenía que hacer un trabajo) y se lo dije. Después de eso todo siguió normal, hasta que yo le hice la invitación y empezó a ignorarme.
¿Por qué? Ni puta idea.
Tal vez serviría hacer un recuento de lo que pasó la última vez que lo vi para tratar de entender esto:
Fue un sábado, les mentí a mis padres y les dije que saldría con varios amigos, aunque sólo saldría con él. Simplemente quería ahorrarme las explicaciones.
R... me mandó un mensaje como a las 4 de la mañana (cosa que no me molestó, digo, acostumbrada a los mensajes de A...) donde me dijo que pasaría por mi a las 10:20 o algo así. Me llamó "princesa" y eso era lo importante. Sé que mandó ese mensaje a esa hora porque seguramente estaba pedo, o se estaba reponiendo de su peda, o lo que sea. El punto es que el hecho de que R... es parrandero y algo borracho nunca ha sido un secreto para mí, después de todo, fue así como lo conocí.
En fin, llegó tarde por mí, lo cual es normal y comprensible, todos lo hacemos. Recuerdo que traía una playera verde con la bandera de México porque ese día sería el clásico de beisbol, o algo así. Bueno, eso no es importante, lo rescatable de ese momento es que cuando vi esa sonrisa en su carita de niño me puse muy feliz... no sé por qué.
En verdad se le había hecho tarde, ni siquiera le había dado tiempo de sacar el coche, así que nos fuimos en taxi. Una vez dentro, no pasó mucho tiempo para que me besara y fue muy lindo porque me dijo: "Sabes rico.", era mi brillo labial de fresa. Lo miré y tomé su mano grande y cálida, no quería soltarla por nada del mundo. Mientras mi mano derecha sostenía su mano izquierda, mi otra mano acariciaba el dorso de la suya apenas con la punta de mis dedos. A ratos R... volvía a besarme y a mí me encantaba que lo hiciera. Sus besos son dulces en todos los sentidos.
Cuando nos bajamos, estábamos en el campo de beisbol donde él juega, me advirtió que su equipo era malo, pero no me pareció importante. Yo sólo quería verlo y sabía que él era un gran jugador, aunque no tenía ni idea de cómo se juega eso.
Me presentó a algunos de sus amigos, uno era muy muy guapo, pero no me importaba que lo fuera, yo venía con Bolita y él era quien me importaba. Ni siquiera pensé en A... en esos momentos.
Jamás entendí cuándo empezó el partido, ni cuándo termino, ni cuánto iban. Yo sólo ponía atención cuando R... me mandaba besos desde el campo y cuando se acercaba a las rejas frente a las gradas, a través de las cuales nos besábamos de verdad. También me invitó algo de tomar y hasta me preguntó si quería comer algo, pero eso no es lo importante, lo mejor eran sus palabras: "¿Qué se siente estar tan bonita?", me decía.
R... tenía sus fans, unos viejitos que le echaban porras jajaja, era evidente que él era el mejor de su equipo. Muchas veces lo escuché quejarse y enojarse con los demás durante el partido, pero conmigo seguía siendo lindo todo el tiempo. Creo que me atrae mucho eso de él, alguna vez le dije que era rudo y tierno a la vez... y que eso me gustaba. R... tiene ese algo que te hace sentir que si estás con él no puede pasarte nada. R... jamás dejaría que tuvieras frío, o sed, o hambre, o que alguien te pusiera un dedo encima. Es una bolita suave y cálida que puede cubrirte por completo con un abrazo... por más empalagoso y ridículo que eso pueda sonar.
Ese día con Bolita fue como una probadita de esa parte tierna que se supone que compone a las "relaciones normales". Esas cosas que en otro momento me hubieran parecido asquerosamente cursis, con él no lo parecían, simplemente sucedían y se sentían bien. Recordé el poder que tienen las palabras de hacerte vibrar por dentro, cómo hasta una mirada puede ser cálida, lo adictivos que pueden ser los besos, lo excitante que puede ser un abrazo, lo intensas que pueden ser las cosas simples... es algo que a veces olvido cuando estoy con A...
R... me hizo darme cuenta de que existen otras formas de ser tratada.     
Cuando el partido terminó me dijo que disculpara que su equipo fuera tan malo y que era mejor su equipo de los domingos. Esperamos otro taxi mientras mis brazos rodeaban su cuello y los suyos mi cintura. Era tan cariñoso, que casi no podía creerlo, no había conocido nunca a alguien así. Estoy acostumbrada a que la gente se harte de tanto contacto, a que suelten mi mano, a que acepten mis abrazos por un rato... si es que los aceptan, incluso a que interrumpan mis besos con un: "Ya nos tenemos que ir." R... no se hartaba, el tipo no tiene llenadera, como dije antes: es insaciable igual que yo. Cada que tomaba su mano tenía la seguridad de que él no me soltaría hasta que yo lo hiciera.
Al subir al taxi, seguimos abrazados y nos besamos más. Desde la vez que fuimos a Coyoacán por el helado, tuve esa sensación de que mis labios ya no podían más, pero mientras no lo besaba sentía el irresistible impulso de seguir haciéndolo. Bolita lo supo explicar mejor cuando me dijo: "Mis labios no quieren separarse de ti.", aquél día... y tengo que confesar que esa declaración me enchinó la piel e hizo que todo mi cuerpo temblara desde adentro.
El taxi nos condujo al salón de fiestas de su familia, donde íbamos a ver "el clásico", lo cual no me importaba en lo más mínimo. Ahí me presentó a sus hermanos y a las novias de sus hermanos y a su papá, a su mamá no, ella me ignoró por completo, pero supongo que ese era su papel y en realidad no me importó tanto. Lo extraño fue que después llegó cierto amigo suyo que yo conozco bien, de hecho, él me gustaba en la prepa e hice algunas estupideces para llamar su atención en aquella época. Obvio, no le hablé de eso a R... porque este individuo es su mejor amigo y sabía que él también sería discreto, no había razón para sacar a relucir esas nimiedades.
Con lo que acabo de explicar supongo que es más fácil comprender por qué caí tan fácil y tan rápido en esto. ¿Acaso no parece serio que alguien te invite a una especie de "reunión familiar" y te presente a gente tan "oficial"?
No es que yo sea ingenua o estúpida o suicida, es que la gente se las arregla bastante bien para armar sus montajes. No sé si las personas de plano se creen sus propias mentiras o su grado de bipolaridad es así de alto... ¿será su alter ego?, ¿su doppelganger?. ¿será que yo le doy mucha importancia a algo que nunca fue importante?
El punto es que hubo comida, así que R... y yo subimos a lavarnos las manos y antes de que pudiera captar por qué diablos íbamos los dos al baño juntos, él me cargó y empezó a besarme.
Esta vez fue más intenso, intentaba besar mi escote y yo me resistía, no quería ceder tan fácil, no quería equivocarme en lo mismo. Esta vez tenía que darme a desear de verdad... aunque una parte de mí también deseara que la intensidad subiera hasta donde se pudiera. Cuando el deseo te consume a tí no hay forma de "darte a desear". Ya valió.
Esa misma parte de mí empezó a fantasear con lo emocionante y divertido que sería hacerlo en el baño de un salón de fiestas que aparte de todo era de sus papás.
En fin, el faje estuvo bueno. R... me llevó cargando hasta colocarme sobre el lavabo y sus manos intentaban meterse debajo de mi ropa. Yo seguía besándolo, mientras sentía como sus movimientos cada vez eran más insinuantes y noté que su pene estaba erecto.
Una parte de mí tuvo miedo, pero otra ya fantaseaba con ser penetrada sobre el lavabo de un salón de fiestas, mientras él seguía besándome y acariciaba mis piernas que todavía estaban cubiertas por mis pantalones.
Después de un rato R... se calmó un poco, aunque creo que su pene seguía erecto cuando bajamos... espero que no lo haya notado alguien de ahí.
El partido fue aburridísimo, lo único agradable fue sostener la mano de R... o sentirla sobre mi rodilla, no podíamos hacer mucho porque había gente "oficial" jajaja.
Cuando por fin terminó eso, R... me pidió que lo acompañara a su casa para sacar a pasear a sus perros. Sonaba a algo medio cursi la verdad, pero seguro sería lindo porque sería con él. Su casa estaba muy cerca así que llegamos pronto, aunque en cuanto entramos capté que no íbamos precisamente a pasear a los perros. Una vez dentro, Bolita volvió a cargarme y se sentó en un sillón de su sala, yo quedé encima de él y seguí besándolo, mientras él intentaba quitarme la blusa... yo luchaba por resistirme. Cada vez se pegaba más a mi cuerpo y se movía como si estuviera penetrándome, aunque todavía trajéramos ropa, podía sentir el ligero roce de su pene erecto. Mientras seguía moviéndose lo miré y negué con la cabeza, intentando darle a entender que no tendríamos sexo (o más bien reafirmándome a mí misma que no debía hacerlo). R... asentía con la cabeza cada vez que yo negaba, después dije "no" en voz muy baja (esa voz que es la única que puedes usar cuando estás haciendo ese tipo de cosas) y él me decía "sí" con el mismo tono. No puedo evitar ser contradictoria con estas cosas porque aunque le dijera que "no", seguía besándolo y no pensaba soltarlo.
Entonces escuchamos algo y cuando volteamos nos dimos cuenta de que su hermano y su novia habían entrado. Casi en cuanto entraron se salieron, pero me asusté mucho. Afortunadamente no nos vieron... creo, porque hay una pared un poco estorbosa.
En cuanto supimos que ya no había nadie, R... me cargó de nuevo mientras con su pie movió un sillón cercano que resultó ser un sofá-cama y me recostó ahí. Estaba decidido a colocarse encima de mí, pero yo me levanté casi al instante, sabía que si me quedaba ahí algo iba a pasar y tal vez no podría evitarlo. Entonces sentí mucho miedo, pensé que era muy sospechoso que hubiera un sofá-cama justo ahí y que estuviéramos justo ahí y que no hubiera nadie justo en ese momento. Pensé que todo estaba fríamente calculado y que en realidad yo apenas lo conocía a él y en realidad podía pasar lo que fuera aunque yo no quisiera. Yo estaba en su casa, estaba cerrada, ¿cómo salir?, ¿a dónde ir?   
Pero justo cuando empecé a temerle, sentí que se calmó un poco y volvimos a sentarnos en el otro sillón. Sus besos eran tan tiernos que ya no pude sentir ningún tipo de miedo hacia él, sentía que nunca me haría algo que yo no quisiera. Me tranquilicé y comnecé a desear que las cosas siguieran subiendo de tono. Podía sentir sus manos en mi espalda, sus caricias eran tan suaves, me estaba tratando justo como me gustaría ser tratada siempre.
Entonces pensé en Él...
Todo se arruinó, me sentí mal. De pronto volví a tener miedo, pero ya no de él... de mí. No era cuestión de que sintiera que le estaba siendo infiel, era que si algo más pasaba alteraría el curso y la intención de las cosas porque empezaría a seguir un patrón.
De repente todo me recordaba a Él, la sala tenía espejos en las paredes donde podía verme de frente y a R... de espaldas, justo como el espejo que estaba en el techo de ese hotel. Y las manos de R... acariciando mi espalda eran casi como los dedos de A... deslizándose desde mis hombros hasta mi espalda la primera vez que lo hice en mi vida. Los dos me han dirigido una mirada tan similar, la de un hombre rendido invitándote a que te rindas con él. La segunda vez que salí con A... fue que acepté ir con Él a ese hotel y esta era justo la segunda vez que salía con R... ¿acaso también me acostaría con él?
Estaba a punto de convertirse en una costumbre y ahora me parecía algo tan fácil de hacer. ¿En verdad me es tan fácil quitarme la ropa y estar encima de alguien después de unos cuantos cumplidos y haberlo conocido un poco?, ¿Acaso así sería mi vida de ahora en adelante?, ¿Me acostaría la segunda vez que saliera con alguien con la esperanza de que me llamara después para invitarme a hacer otra cosa además de coger?
Cuando lo hice con A... fue especial porque en esos momentos no hubiera pensado hacer eso con nadie más que con Él. Porque A... es demasiado guapo, es un sueño, no podía negarme, lo deseaba tanto. Sólo lo quería a Él y sabía que nadie más tendría ese efecto en mí. Pero ahora, si volvía a hacer lo mismo con R... lo que había pasado con A... ya no sería especial, ni Él ni yo seríamos especiales, ni nuestra historia, ni tampoco R... y ese pensamiento me alteró mucho porque otra parte de mí estaba deseosa de desnudarse frente a él porque sabía que él admiraría mi cuerpo de una manera que no ha hecho A... Esa parte no podía esperar a recostarse en el sofá-cama y complacerlo. Esa parte se imaginaba a R... cargándola y penetrándola contra la pared.
La parte más fuerte resultó ser la que tenía miedo, así que cuando R... me preguntó: ¿Por qué no?, sólo pude hablarle otra vez de Él y decirle que no podía hacerlo por Él. "¿Entonces sí es algo serio, verdad?", me preguntó R... y le aclaré que no, pero sabía que aunque él decía que eso no le importaba, sí le importaba.
Sin embargo, mi otra parte quería irse satisfecha y consideró que ciertas cosas pueden pasar de acuerdo a ciertas reglas... así que el sexo se reduciría a la penetración, cualquier otra cosa, no sería tan "sexual" y por lo tanto estaría permitida.
Fue por eso que dejé que R... desabrochara mi brassiere (lo cual le costó bastante trabajo) y acariciara mis senos. Sus grandes y cálidas manos eran tan delicadas con mi cuerpo que no dudé en dejarlo hacer lo que quisiera. Primero tomó mis dos senos entre sus manos y paseó sus dedos por mis pezones, la expresión de su rostro me indicaba que no podía creer lo que tenía en frente, así que de inmediato sentí su boca succionando mi pezón derecho. Le pregunté: "¿Te gusta?" y me contestó: "Sí, mucho." Y al mismo tiempo siguió acariciando ambos senos pasando su boca de uno a otro, recorriendo mis pezones con su lengua para después seguirlos succionando. Era una delicia, estaba devorándose mis pechos y yo no quería que se detuviera nunca nunca.           
A ratos volvíamos a besarnos en los labios, algunos besos eran largos e intensos, otros eran más suaves y cortos. Lo abarcé fuerte y él también lo hizo, fue tan lindo. No sé si A... me ha abrazado de verdad alguna vez, las veces que lo ha hecho es sólo para mantenerme cerca de Él mientras me penetra, es su forma de asegurarse que no me moveré de ahi.
R... de verdad sentía placer al abrazarme, podía sentirlo. Entonces susurró algo que no entendí bien, así que me acerqué más a él para escucharlo, habló en voz muy baja, creo que le daba pena decir lo que iba a decir, apenas entendí que dijo algo así como: "¿pero mis dedos si pueden entrar?"
Ya sabía a lo que se refería, así que sólo sonreí mientras pensaba para mí misma: "no creo que eso cuente como tener sexo, así que podemos hacerlo."
Entonces nos paramos y él se colocó detrás de mí. Empezó a pasear su pene erecto detrás de mí, lo cual se sentía bastante aunque trajéramos los pantalones puestos. Mientras una de sus manos seguía acariciando mi seno izquierdo, la otra la colocó en medio de mis piernas y empezó a tocarme. Primero me resistí, aunque no pude hacerlo por mucho tiempo, con todo y ropa se sentía muy bien. Así que desabrochó mi cinturón rapidísimo (para eso sí que fue hábil) y cuando menos lo esperé metió su mano debajo de mi ropa interior. Sentí que sabía muy bien lo que estaba haciendo, sabía cómo tocarme, sus dedos empezarón a acariciar mi clítoris y no pude evitar empezar a gemir. Lo estaba haciendo tan bien que de verdad tuve que contener las ganas de gritar, aunque tenía toda la libertad de hacerlo, no quería. En ese momento volví a pensar en A...
Él me ha dicho tantas veces que le encantan mis gemidos que no quería dárselos a otra persona, tal vez suene tonto, pero sentía que por lo menos tenía que guardar eso para Él. Creo que hasta a mí me aterraba la idea de que otra persona pudiera hacerme sentir tanto placer.
R... sabía esperar, sabía que el placer hay que trabajarlo y no es tan fácil de lograr. Era como si supiera exactamente en qué momento ya no podía más para ir al siguiente paso. Lo mejor era que no se detenía y llegó el momento en que me hizo explotar, me temblaron las piernas y sentí que ya no podría seguir manteniéndome en pie, y a pesar de eso siguió tocándome con insistencia, pero delicadeza a la vez. Supe que había tenido un orgasmo porque sentí que mi cuerpo se paralizó y se extendió, no sé cómo explicarlo, pero ni siquiera yo misma me había tocado así. Cuando me masturbo suelo tocarme hasta llegar al orgasmo, pero después de tenerlo dejo de tocarme y esta vez él siguió tocándome, creo que no se dio cuenta de lo que provocó en mi porque ahogué mis gemidos y gritos (como suelo hacer cuando me masturbo). Tuve una sensación chistosa después del orgasmo, eran como cosquillitas, pero placenteras, no pude evitar sonreir, aunque traté de contener las risitas que se me querían escapar. Fue una sensación casi infantil que dotó de cierta ternura el momento.
Aquí entra la pregunta incómoda de si he sentido algún orgasmo con A... y la verdad es que no. He llegado a tener esa sensación de que nuestros cuerpos se hacen uno, esa sensación de que he abandonado mi propio cuerpo para ser otra cosa con Él, pero siempre se viene antes de que yo pueda sentir ese "algo" culminante, ese momento en que te abres completamente, esa emoción risueña que sentí esta vez con R...
Eso me dio un poco de miedo, creo que lo que evitó que me sintiera mal fue pensar que cuando me masturbo hago casi lo mismo y no está ninguno de los dos.
Todo sucedió muy rápido, creo que después de eso Bolita entendió que ya no sucedería nada más, así que aunque ya se había quitado la playera sólo lo besé y acaricié su rostro intentando no hacerlo de la misma manera en que acaricio a A...
Ahora estaba pensando en Él más que nunca y pensé en lo injusto que era eso para R... Lo menos que cualquier ser humano se merece es que sólo estés pensando en él mientras te lo coges (o haces algo parecido). Era triste pensar que de alguna u otra manera me la pasé comparándolos.
Lo peor fue cuando R... me dijo: "¿y yo qué hago?" refiriéndose a su pene que seguía erecto. No pude evitar recordar los mensajes de A... : "dime qué hago con este pene durísimo?? pide a gritos tu deliciosa boca para venirse!!", "ya no aguanto más, se me sale del pantalón", "necesito penetrarte y escuchar tus gemidos en la oreja", entre otras de sus frases célebres.
Ya no quería acordarme de Él, pero ahí estaba todo el tiempo desde que sentí el orgasmo.
Bolita se bajó un poco los pantalones para mostrarme su pene, yo sólo sonreí y lo toqué. Me sentí pésimo, no pude evitar pensar: "A... lo tiene más grande."
Y después me sentí peor cuando pensé: "Bueno, si R... lo tiene más pequeño entonces es más fácil hacerle oral." Por un momento pensé en hacérselo, pero después volví a pensar en A...
De verdad, creo que por ahora yo no podría chupar otro pene que no fuera el de A..., probablemente podría caer en hacer otras cosas, pero eso creo que tardará más tiempo.
Después pensé que no había razón para que yo pensara todas estas idioteces. Mi comportamiento era el de una puta y estaba siendo injusta con todos.
Pero, es que... ¡¿yo qué?!
A lo que voy es a que puedo sonar como la persona más desalmada, cruel y sexosa del mundo, a una persona sin corazón que no tiene respeto por nadie y que no quiere a nadie. Una perdida que ya nada le importa y se va con cualquiera.
Pero es que ¡¿yo qué?!, es decir, ¿acaso no son ellos desalmados, crueles y sexosos también? Parece que no tengo ninguna consideración por alguno de ellos, pero ¿acaso ellos la han tenido por mí? Parece que yo no quiero a nadie, pero ¿acaso alguno de los dos de verdad me quiere a mí? Parece que yo no respeto a nadie, pero en realidad ni siquiera me respeto a mí.
No es que piense que tengo derecho a tratar así a la gente, pero es que creo que no debería sentir nada porque sé que ellos no sienten nada. No puede afectarte lo que hace alguien que no te importa. No es como que los engañe, bueno, tal vez sí, pero no es como que les duela. Sé que estoy haciendo algo malo, pero si a nadie le importa ni le afecta es como si no estuviera haciendo nada.
Eso es lo que pienso ahora que R... no me habla, pero en esos momentos todo fue diferente.
Sentía mucha culpa de pensar en A... cuando estaba con él, así que cuando nos vestimos y sacamos a pasear a los perros intenté pensar en otra cosa, pero no funcionó. Me estaba portando rara y él lo notaba... y es que todo era tan raro también. Después de tener sexo, A... no quiere que le ponga un dedo encima y aunque yo quiera seguir tocándolo o besándolo, Él siempre se aleja de mí. Por eso era tan raro que R... estuviera tomándome de la mano y platicándome trivialidades como si nada sexoso hubiera pasado entre nosotros. Cuando R... le dio las llaves de su casa a su hermano y tuve que volver a ver a tooooda la familia me sentí súper mal, estaba tan paranoica que sentía que todos sabían lo que él y yo habíamos hecho y que me odiaban por eso. Era casi como si pudieran saber sobre la existencia de A... y a pesar de que R... si supiera y a pesar de que ya había tenido un poco de lo que quería, él seguía tratándome bien. Antes de pedir el taxi que me llevaría a casa, todavía me preguntó si no quería algo de la tienda y a ratos nos abrazábamos y besaba mi sien. No podía creer que siguiera siendo tan tierno después de haber hecho algo sexoso, simplemente no cabía eso en mi cerebro y yo no dejaba de pensar en lo tonta que he sido, en lo mucho que he dado a alguien que poco me ha dado a cambio. Y aquí estaba este niño que entregaba cachitos de él con tanta naturalidad.
En el taxi de regreso a mi casa todo empeoró. No podía dejar de estar tan ensimismada, pensando en lo mala persona que era y en lo lindo que era él conmigo. R... seguía besándome en los labios, también tomó mi mano y la besó, después me preguntó: "¿En qué piensas?" y respondí la pregunta de la forma más típica e idiota que se me ocurrió: "En nada." Y me contestó: "Conozco esos ojitos, sé que algo estás pensando.", y no pude evitar voltearme, fue un reflejo, no podía mirarlo a la cara, no quería enfrentarlo y al mismo tiempo no soltaba su mano, tampoco quería que me abandonara. Entonces nos quedamos callados un rato y fue feo, sentía que estaba tratándolo mal y él era quien menos lo merecía.
Al llegar a mi casa, me despedí de él y pues me dirigí a mi casa, estoy tan acostumbrada a hacer eso, es lo que hago con A... siempre, además él tenía que regresar a su casa y tenía que seguir en el taxi, así que sólo salí del vehículo hasta que vi como también se salió y estaba dispuesto a dirigirse conmigo hasta la puerta de mi casa para despedirse de mí. No podía ser, simplemente era demasiada atención. Creo que nunca he sabido lo que es eso.
Bolita traía puesta una chamarra negra, se veía bien, fue la misma que se puso cuando su brazo empezó a dolerle, recuerdo que después del partido le temblaba la mano y yo la sostenía como si pensara que eso fuera a hacerlo sentir mejor. Pero, ¡era verdad!, de repente sentía que su mano dejaba de temblar y ahora que lo veía totalmente cubierto con esa chamarra pensaba que tal vez dentro de él algo no andaba bien y no quería mostrármelo. Ya que estuvimos frente a frente afuera de la puerta de mi casa, vi su carita de tristeza, nada que ver con la sonrisa que me regaló cuando me vio en la mañana. Ahora ya estaba obscuro, todo estaba obscuro y yo no quería verlo así, pero no sabía qué decir. R... sólo se despidió con un "ahí nos seguimos hablando por facebook, ¿no?" y yo le contesté que "sí" de la manera más seca y horrible que pude... así salió de mí. Quería abrazarlo o algo, pero no quería que mi abrazo le supiera a lástima, tenía que demostrarle que me importaba, pero al mismo tiempo no quería demostrarle nada.
Es que no podía creer que pensara en seguir hablándome, no quería esperar nada de él, no quería ilusionarme tontamente otra vez, tenía miedo, pero tampoco quería hacerlo sentir mal porque hasta ahora nadie ha sido tan bueno conmigo como él.
Ahora pienso que no debí preocuparme tanto porque no estoy segura de importarle tanto a él y eso la verdad sí me parte. R... estaba empezando a ser la personificación de la esperanza, esa salida que necesito para huir de algo de lo que siento que no puedo salir sola. Y ahora es sólo más de lo mismo.          
   


 
       
   
        
  

  

     
          
 

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