lunes, 18 de febrero de 2013

Hollow

Tengo frío, el aire helado que inhalo me perfora la nariz. Mis fosas nasales se abren y cuando el primer soplo de la mañana entra siento un dolor que me entume casi la mitad de la cara. No huele a nada y esa ausencia de olor me hace sentir un vacío. He abierto los ojos como cualquier otro día, pero esa sensación se queda en mí y me hace pensar que algo me falta. Es el olor de los domingos, del verdadero fin de semana.
La primera vez que sentí eso tenía unos siete años, tal vez menos. Estaba en casa de mi abuelita, me había quedado a dormir ahí todo el fin de semana como de costumbre y el amanecer del domingo me anunciaba que sería mi último día ahí.
Sentía una tristeza que no se acumulaba en mis ojos en forma de lágrimas, sino en mi nariz. Algo tenía en la nariz, pero ese algo era nada y sin embargo lo sentía. Olor a vacío, olor a tristeza.
Cuando vuelvo a sentir eso, más que tristeza tengo miedo.
Vuelvo a sentirme tan indefensa como una niña de siete años, la diferencia es que ya tengo muchos más y aun así me siento tan pequeña y frágil como entonces.
Busco mi refugio de la infancia, mi abuelita, ella me hacía sentir a salvo. La paz que sentía con ella es algo difícil de reconstruir. Yo tenía diez años cuando ella murió, para ser una niña creo que manejé bien las cosas, pero nunca pensé que justo ahora, a esta edad, fuera a sentir de nuevo que me hace falta.
Quiero que alguien me cuide, pero no siento que haya nadie. Ya no soy una niña, ya no puedo esperar que alguien me proteja, pero tengo miedo... no sé de qué. Tengo la nariz entumecida otra vez.
¿Si ella estuviera aquí también estaría decepcionada de mí?
Tal vez sí, pero yo prefiero pensar que ella no me cuestionaría.
Es más, ¿si ella siguiera aquí, estaría yo donde estoy ahora?, ¿acaso su presencia hubiera cambiado mi forma de ser o mi destino?
Ella no sólo me daba seguridad, sino que me hacía sentir especial, en cada cosa que hacía me demostraba que me quería... y yo también la quería mucho.
Si me concentro en pensar en ella, puedo lograr ese placentero estado en el que uno siente que todo el cuerpo se relaja y se puede dormir profundamente sin pensar en el mañana.  

17/03/2013

Ahora entiendo por qué sentía tanto miedo... más bien ahora puedo decirlo. Fue por la pastilla.
Tal vez suene tonto, pero aunque mi periodo no se retrasó tanto y no tuve ninguna reacción extraña, yo seguía sintiendo miedo, tenía la sensación de que tal vez algo en mí, adentro, había cambiado.
Después me estresé más porque mi siguiente periodo fue raro, tenía cólicos muy fuertes, pero la sangre no parecía sangre. Pensé que tal vez algo dentro de mí sí había cambiado, no me refiero a que pensara que estaba embarazada (porque quiero creer que cuando hay una persona viviendo dentro de tí, lo sientes). Más bien me refiero a mi cuerpo, por primera vez sentí que ya no era el mismo.
Pensé en ir a un ginecólogo o algo, nunca he ido a uno en mi vida. Empecé a pensar que tal vez tenía que ir para saber cómo estoy, pero necesitaría dinero para eso y no podría pedirlo porque no podría volver a mentir o mentir más de lo que he mentido hasta ahora.
Lo bueno es que internet existe y así descubrí que no estaba en mis días y se trataba del "flujo por deprivación". Se supone que eso pasa porque la pastilla contiene una dosis muy fuerte de hormonas que tu cuerpo necesita desechar. Mi siguiente periodo fue normal, de hecho nunca me había sentido tan feliz de estar en mis días.  
  
 

    

No hay comentarios:

Publicar un comentario