lunes, 17 de marzo de 2014

Como Kafka, pero destinatario opuesto II

La dama perfecta dio a luz a un ser imperfecto que no podía caminar, ni gatear y que hasta la fecha no conoce la forma de avanzar en la vida.
Una niña que desde entonces se la pasaba llorando, siempre tenía pesadillas, aunque hoy ya no las recuerde.
Cuánto dinero gastado, horas de insomnio, lágrimas, preocupaciones, frustración, estrés, discusuiones, vino a traer esta niña a la vida de una dama tan ejemplar. Ella no merecía eso, yo sé en verdad que no lo merece.
Por eso, esa niña tenía que esforzarse por ser perfecta, o al menos parecerlo, tenía que poner todo de su parte para estar al nivel de su madre.
Y en verdad me esforcé por ser la mejor de todas y tú deberías saberlo, intenté destacar en lo que pude, aunque el miedo y la culpa siempre eran mi sombra.
Entonces me enseñaste a evadir los problemas, a reprimirlos, a hacer como que no existen para continuar con la pose, un nivel por debajo del tuyo porque nadie debe llegar a ti.
El tiempo avanzó y parecía que yo no podía dejar de hacerte sufrir porque a pesar de todo, mi sufrimiento te hacía sufrir, así que intentaste todos los métodos para enseñarme a tragarme las lágrimas.
Así aprendí a ocultarlas de los demás e incluso de ti.
Estoy oculta de ti, tú no me conoces. No sólo porque yo me esconda, también porque a ti no te interesa saber quién soy, sólo te interesa que yo sea lo que tú quieres que sea.
Alguna vez quise ser lo que tú quisieras que fuera, después quise ser como tú, pero ahora siento una urgencia terrible de alejarme de todo.
Lo último que quiero ser en la vida es ser como tú y sin embargo cómo me desgasto buscando tu aprobación.
Quisiera que me aceptaras como soy, quisiera que me entendieras, quisiera que pudieras ponerte en mi lugar... pero tú no quieres nada de eso.
Por eso quiero alejarme de ti. 


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