lunes, 17 de marzo de 2014

Nada es como crees

La despedida al fin se consumó.

Se llevó a cabo de la manera más patética e insignificante en que podía suceder, pero sucedió.
Además... fue una doble despedida.

No sé cómo empezar a relatar esto, pero para mi sorpresa, el primero en despedirse de mí fue E... (creo que nunca había mencionado ni siquiera su inicial, pero él también merece una página especial donde relate su historia, como R..).

En fin, como no me siento de humor para hablar de A... y de cómo todo entre él y yo ha terminado definitivamente, creo que hablaré de E...

Lo conocí uno de esos días nostálgicos en que uno siente que se acerca el final de algo. Todavía estaba en octavo semestre y ya sentía el peso de una despedida inminente. Quería ir a las islas y contemplar CU en la mañana, no sé, sólo quería relajarme y oler el pasto húmedo, mientras observaba el sol colarse por las copas de los árboles... era un día cursi

Les dije a mis papás que iría a clases, o a la biblioteca, o no sé, pero yo sólo quería estar en la universidad y quedarme a contemplar lo que fuera.

Siempre he pensado que esa parte de mí a la que le gusta perderse en la calle o sentarse a observar la nada, en realidad espera algo o alguien que se cruce conmigo y me invite a moverme de ahí.

Las islas estaban solitarias, eran como las 7 de la mañana, sólo había aspersores mojando el pasto, ni un alma, hasta que lo vi pasar a él.

Parecía apurado, pero se detuvo y volteó a verme. En ese instante, en ese lugar, el amanecer estaba justo detrás de él y fue así como lo vi totalmente iluminado por el sol asomándose justo a sus espaldas. Y para mi paranoia... seguro esa era una señal!!

Primero me apené porque al momento en que volteó se dio cuenta de que yo lo estaba viendo, así que intenté mirar hacia otro lado y disimular.

Pensé que había sido una escena demasiado cursi para ser real y que seguramente nunca más volvería a ver a ese tipo. Sólo estoy buscando la luz, pensé, sólo quiero creer en los nuevos comienzos, pero algo interrumpió mis pensamientos. Era él preguntándome: "¿Me puedo sentar?" y yo estaba tan ensimismada que cuando escuché su voz sentí que estaba dentro de mi cabeza.

Le dije que sí, porque ahora entendía que desde que nuestras miradas se cruzaron nuestro diálogo empezó y que era tiempo de escucharnos.

Es una lástima que al final yo no lo supe escuchar bien...

Su voz era grave, como se supone que habla un hombre, su tono era directo y conciso, como se supone que habla un hombre.

Había algo místico en él, a pesar de que estaba junto a mí seguía siendo como una aparición iluminada. Sus intenciones eran muy claras, pero dudé si las cosas pasarían de ese encuentro. Le di mi teléfono, sin esperar que me llamara, porque es mejor vivir así.

Seguramente se olvidará de mí, pensé. Ya nada es lo suficientemente cursi como para ser especial o lo suficientemente especial como para ser cursi.

E... me sorprendió con un mensaje suyo esa misma noche, mientras esperaba noticias de A...

Fue así como lo agregué a fb y empecé a platicar con él cotidianamente, para no sentirme sola, en lo que decidía qué pasaría con A... Esa era la idea al principio, tal vez E... era la vela encendida que necesitaba o el clavo que sacaría al otro clavo.

A veces me hartaba que E... siempre estuviera ahi, era predecible. Casi podría asegurar que la única razón por la que se conectaba a fb era para hablarme y mantener el contacto.

Pero si ser predecible era malo, las cosas se pusieron peor cuando dejó de serlo.

Al principio pensé que sería bueno conservarlo cerca de mí para irme olvidando de A... e iniciar una nueva aventura, pero poco a poco me fui ilusionando con la idea de un nuevo comienzo donde las cosas serían diferentes. Me emocionaba la idea de esta vez ser amada. Aunque amaba la incertidumbre, lo que buscaba ahora era tener certezas, sobre todo la certeza de que alguien estaría ahí para mí de la misma forma que yo he sido capaz de estar para otros.

Pero poco a poco fui dándome cuenta de que A... había dejado muchas secuelas en mí, cosas que aún tengo que resolver y que E... no iba a poder ayudarme ni con toda su paciencia, ni con toda su voluntad.

... o tal vez sí le faltó voluntad.

E... trató de hacerme sentir bien, pero en mí nunca vió un "para siempre", por más que ahora me lo niegue.
Sospecho que hay alguien más y no lo culpo, en mi mente siempre está A... y todavía no sé cómo deshacerme de Él.

Hubo un momento en que me sentí mal por ver a E... como una salida. A veces sentía que abusaba de él, pero al mismo tiempo sentía que yo tenía derecho de ponerlo a prueba. De hacerlo esperar en todos los sentidos, de demostrarle que no sería fácil que yo confiara en él y tenía que ganárselo, de no darle muestras de cariño tan rápido por más que yo misma quisiera hacerlo.

Quería estar segura de que esta vez las cosas serían diferentes, era lo único que yo quería, una nueva historia, un nuevo comienzo.

Y él lo soportó todo... al principio. Fue así como se convirtió en una esperanza para mí, una verdadera luz.

Gracias a él me di cuenta de muchas cosas... me hubiera gustado que él se quedara conmigo, pero yo capté las cosas demasiado tarde.

Me tardé mucho en poder besarlo de verdad, nuestro primer beso fue de lo más forzado y él me insistió de una manera que incluso me dio lástima y tristeza. Quién diría que ahora soy yo quien extraña un beso suyo.

Pero lo peor fue un día en que intentó acostarse conmigo. Fue de lo más estresante. Estábamos en su casa y su familia estaba ahí. Nos encerramos en su cuarto y así empezó ese intento fallido que me hizo darme cuenta de que estoy más dañada de lo que pensaba.

Para ese entonces él ya se había ganado mi confianza. Ya no me costaba trabajo besarlo, ya no pensaba en los besos de A... Creí que ya estaba lista para dar un paso más y darme la oportunidad de intentar algo otra vez. Yo sabía que E... era una buena persona, que él no podía ser igual, que nuestra historia no había comenzado igual, que ya llevábamos tiempo saliendo, que él no se escondería de mí, pero yo tenía mucho miedo.

No tenía ni idea de todo el miedo que tenía, no me imaginaba que muy dentro de mí había algo que se protegería más que nunca. Era esa fuerza extraña que muchas veces empujó a A... mientras teníamos sexo. Era esa parte de mí que no estaba dispuesta a arriesgarse otra vez, ni siquiera por E... que a pesar de todo me había escuchado y había tratado de entenderme.

Me acuerdo que me desvestí torpemente y el hecho de estar desnuda frente a un hombre desnudo no me provocó nada. Las cosas se pusieron peor, porque el hecho de estar desnuda en una cama extraña, encima de un hombre desnudo tampoco me provocó nada.

Es horrible porque no sé cuánto tiempo estaré así... aunque ya me había percatado de que algo malo me estaba sucediendo desde antes.

Durante toda esa temporada en que A... desapareció, algunas veces sentí el deseo de masturbarme. Trataba de pensar en situaciones, cosas que me excitaran, porque me costaba mucho trabajo pensar en algo que no tuviera que ver con Él. Cuando por fin lograba atrapar una idea provocativa y llegaba al orgasmo, inmediatamente sentía un vacío en el pecho y me invadía el llanto.

Masturbarse dejó de ser divertido desde hace un buen rato.

Su recuerdo siempre llega en algún momento y no puedo evitar ponerme a llorar, pienso en cuánto lo extraño, en cuánto quisiera que estuviera conmigo, en la forma en que Él me lo haría, pienso que soy suya y que nadie más nunca me podrá hacer sentir placer... ni siquiera yo misma.

Pensé que tal vez necesitaba de otra persona para liberarme de esa idea, pero la presencia de otra persona tampoco funcionó. Recuerdo que E... trató de tomarse las cosas con calma, aunque no era nada cómodo que él estuviera tan excitado y yo no sintiera absolutamente nada.

Empecé a masturbarme, intentando excitarme para que él pudiera seguir, pero mi excitación duraba muy poco. Lo peor es que cuando E... me tocaba a veces sólo me dolía y lo rechazaba inmediatamente, justo como lo hice las primeras veces que intentó besarme.

Creo que estuvimos encerrados en ese cuarto por horas, intentando tener sexo, cambiando de posición, tocándonos, tratando de que algo funcionara pero yo no sentía nada y era horrible ver la frustración en él y al mismo tiempo sentirme tan fuera de mí.

Había momentos en que nos quedábamos acostados y callados, yo sólo lo abrazaba, apoyaba mi cabeza sobre su pecho y cerraba los ojos. Sólo eso quería hacer. Recuerdo la paz que sentía cuando hacía eso, quería quedarme dormida ahí a su lado y despertar junto a él y no hacer nada más porque tenía miedo.

Después pensé que la tranquilidad que sentía era porque él estaba ahí y porque yo estaba segura de que no se movería y no se iría de ahí. E... no me diría "tengo que ir a comprar papel de baño", no correría a bañarse en ese momento, él sí se quedaría ahí conmigo aunque yo no había hecho nada por complacerlo... todo lo contrario.

Y me sentí tan triste al pensar eso... sentí pena por él y por mí. Pero más por mí porque no sé cuándo me voy a curar, por él no tanto porque sabía que podría encontrar algo mejor después... y creo que así lo hizo.

Me acuerdo que me preguntó directamente qué me pasaba, quería saber en qué estaba pensando, por qué no me sentí bien. Eso me conmovió mucho. No me reclamó nada, ya no intentaría nada, en verdad quería saber qué me pasaba... así que le hablé un poco de Él.

Tal vez no debí hacerlo.

Le dije que tenía miedo de que volviera porque sabía que tal vez no me negaría a nada que me pidiera y seguiría siendo parte de su juego. De alguna manera le confesé que sólo esperaba tener algo que me diera el valor de alejarme, que me hiciera sentir que había algo mejor que Él.

No sé cómo E... soportó que yo le platicara todo eso mientras estaba ahí junto a él, sin ropa. Estaba tan tranquilo, me escuchó con tanta paciencia, que no podía creerlo. Me dijo que sólo yo podría tomar una decisión y que yo sabía lo que tenía que hacer.

En realidad se enojó conmigo después, cuando le di a entender que tampoco confiaba en él.

Me dijo que lo herí al decirle eso, pero es que ¿cómo confiar en alguien ahora?

No pude evitar pensar que todo el motivo de su berrinche en realidad estaba en el hecho de no haber querido acostarme con él.

Otro día lo volvimos a intentar y creo que fue peor. Esa vez sí me sentí excitada, pero en cuanto sentí su pene cerca de mí lo empujé lejos de mí tan fuerte como pude y no pude evitar mirarlo con enojo. Él se sorprendió mucho, me reclamó por haberlo empujado y me dijo que dejara de mirarlo así, pero yo no podía dejar de hacerlo.    

No sé hasta cuándo podré acostarme con alguien otra vez, es que extraño mucho a A....!!! Algunas veces siento ganas de buscarlo de nuevo porque no me imagino haciéndolo con otra persona. No quiero ver otro rostro sobre mí, no quiero que nadie más me toque.








Como Kafka, pero destinatario opuesto II

La dama perfecta dio a luz a un ser imperfecto que no podía caminar, ni gatear y que hasta la fecha no conoce la forma de avanzar en la vida.
Una niña que desde entonces se la pasaba llorando, siempre tenía pesadillas, aunque hoy ya no las recuerde.
Cuánto dinero gastado, horas de insomnio, lágrimas, preocupaciones, frustración, estrés, discusuiones, vino a traer esta niña a la vida de una dama tan ejemplar. Ella no merecía eso, yo sé en verdad que no lo merece.
Por eso, esa niña tenía que esforzarse por ser perfecta, o al menos parecerlo, tenía que poner todo de su parte para estar al nivel de su madre.
Y en verdad me esforcé por ser la mejor de todas y tú deberías saberlo, intenté destacar en lo que pude, aunque el miedo y la culpa siempre eran mi sombra.
Entonces me enseñaste a evadir los problemas, a reprimirlos, a hacer como que no existen para continuar con la pose, un nivel por debajo del tuyo porque nadie debe llegar a ti.
El tiempo avanzó y parecía que yo no podía dejar de hacerte sufrir porque a pesar de todo, mi sufrimiento te hacía sufrir, así que intentaste todos los métodos para enseñarme a tragarme las lágrimas.
Así aprendí a ocultarlas de los demás e incluso de ti.
Estoy oculta de ti, tú no me conoces. No sólo porque yo me esconda, también porque a ti no te interesa saber quién soy, sólo te interesa que yo sea lo que tú quieres que sea.
Alguna vez quise ser lo que tú quisieras que fuera, después quise ser como tú, pero ahora siento una urgencia terrible de alejarme de todo.
Lo último que quiero ser en la vida es ser como tú y sin embargo cómo me desgasto buscando tu aprobación.
Quisiera que me aceptaras como soy, quisiera que me entendieras, quisiera que pudieras ponerte en mi lugar... pero tú no quieres nada de eso.
Por eso quiero alejarme de ti.