jueves, 25 de julio de 2013

Segunda Opción

En los días de verano lluviosos como este, recuerdo cómo comenzó todo.
Antes, sentía una nostalgia insoportable y la necesidad de conmemorar esa ocasión en la que por fin me atreví a arriesgarme a sabiendas de que lo perdería todo.

Pienso en ese primer beso, el primero de todos...

¿Sería más feliz ahora, si nunca hubiera ido con Él a ese bar?, ¿Estaría más tranquila?
La respuesta sigue siendo: No.

Yo ya no podía tragarme el cuento del príncipe azul y me di cuenta de que de cualquier manera yo no había nacido princesa. No había razón para esperar algo en la torre más alta. Tenía que escaparme de ahí.

Él me ofreció ir "a dónde el viento nos lleve" y no dudé en dejarme llevar, porque algo me indicaba que Él era lo más parecido a un príncipe en estos tiempos de crisis.

Ahora estoy tratando de alejarme y ya hay otro prospecto que aunque sé que no llenará este vacío, al menos es una fuente de entretenimiento. La otra vez que salí con él casi ni pensé en A..., aunque de pronto era inevitable recordarlo.

Este tipo es menor que yo, parece una buena persona, se ve que es antisocial y algo ingenuo (lo cual en la prepa me hubiera encantado). En estos momentos no veo gran cosa en él, tal vez sea porque es muy lento, es inocente, sí demuestra que quiere algo pero le falta acercarse con decisión.

Nada que ver con A... que cuando menos me di cuenta, su lengua ya estaba danzando con la mía y probando todo lo que pudo.

Sé que suena mal decir todo esto, pero es que no sé qué hacer. Necesito entretenerme para olvidar a ese seductor que me inició en esta posición perversa. Parece que una vez iniciciado el juego, nadie se puede retractar. Yo ya no puedo jugarle a la princesita. 

A veces siento que soy una mala persona por no darle oportunidad a otras personas, ni dármela a mí misma. Estoy en una posición en la que no espero nada de nadie y tampoco quiero que nadie me pida nada. Quisiera no esperar nada para no estarme decepcionando ni de mí ni de los demás.

Este niño, llamémosle "el arquitecto", es una buena persona, pero en la segunda "cita" me porté mal con él. No pude evitarlo, de pronto ya estaba haciendo comentarios hostiles y no me sentía mal por hacerlos, ni siquiera me daba cuenta hasta que me sorprendía a mí misma haciendolo.

La verdad es que desde el principio tuve una mala actitud, llegué con incredulidad y teniendo en mente que no me dejaría sorprender.  Tal vez influyó que su idea inicial era que fuéramos a su casa a ver películas... sonaba familiar, peligrosamente familiar. Pensé "no, no quiero ir a tu casa a que me manosées, mientras fingimos entretenernos frente a una pantalla." No quería equivocarme en las mismas estupideces, recordé cuando fui a casa de R... y las cosas subieron muuucho de tono. Hubo un momento en que sentí miedo de lo que seríamos capaces los dos y no quería volver a sentir eso.

La conversación fluyó bien a pesar de que yo no venía en la mejor disposición y trataba de tomarme mis precauciones con él. Todo estaba bien hasta que yo hacía un comentario feo, sin embargo él nunca me contestó mal.  Mis ojos huían de su mirada, siempre me da miedo que alguien pueda encontrar algo en ellos, algo que no quiero que vean.

Después de tener múltiples oportunidades para intentarlo en lugares más propicios, se le ocurrió insinuarme que lo besara justo frente a los torniquetes del metro. Me dio mucha pena, no sabía qué hacer, ¿qué me costaba besarlo? Besé a R... tan fácilmente a pesar de A..., pero esta vez no pude hacerlo. No sé, se me hacía injusto, incorrecto, raro. Sólo se me ocurrió decirle: "No, todavía no." y me fui casi corriendo cual colegiala de telenovela. Recordé un poco aquella vez en la prepa en la que le dije a H... que me gustaba, en un puente peatonal.

Me sentí un poco ridícula, me sentí como una niña estúpida e inmadura. Yo que me la pasaba diciendo que él era el pequeño inexperto y yo fui quien se vio así con mi actitud. Prácticamente huí de él, no sé cómo es que todavía me habla, pensé que me odiaría después de eso.

En verdad quisiera reemplazar a A..., en verdad quisiera darle una oportunidad a este niño, a mí misma, pero cada mes, especialmente en este julio lluvioso, no tarda en llegar ese momento en que mi cuerpo lo reclama sólo a Él.  
        

jueves, 11 de julio de 2013

I wish I was special

A veces me acuerdo mucho de Bolita, pienso que si no hubiera sido un imbécil, ahorita los dos podríamos ser muy felices. Antes de que prácticamente me bloqueara de facebook, yo pensaba que él y yo podíamos ser amigos. Tenía la inocente idea de que en algún momento podía volver a platicar con él de trivialidades y preguntarle cómo le va en la vida; no por compromiso, sino por interés genuino.

Me imaginaba que tal vez podía darle "like" a alguno de sus estados de vez en cuando y que podría felicitarlo gratamente el día de su cumpleaños, haciéndole saber mis buenos deseos y tal vez preguntándole cómo estuvo su peda de celebración.

Después de todo, ¿las cosas no terminaron mal?, ¿o sí? Sólo tuvimos un "desacuerdo", después de que él mismo me dio a leer la conversación que tuvo con mi amiga aquella noche extraña en que nada debió suceder.

No entiendo por qué tuvieron que hacer lo que hicieron. Muchas veces deseé que ella nunca le hubiera dicho nada, ¿qué más daba si él era un patán?, por lo menos me hubieran dejado ser feliz y vivir en mi ingenua ilusión un poquito más. Una semana más, un mes, no sé, el tiempo suficiente para darme valor y alejarme de A... de una vez por todas. Sólo la esperanza de algo mejor, una ilusión todavía más fuerte podrían alejarme de Él. De otra manera, A... seguirá siendo lo mejor que me ha pasado en la vida, por siempre jamás.

Desilusiones como la de R... son las que me hacen aferrarme más a A..., pienso que si de todas formas a nadie le importan los sentimientos, ni las relaciones y todo aquello más allá del sexo les parece estúpido e inecesario, pues por lo menos A... no es hipócrita y siempre ha mostrado sus verdaderas intenciones, es directo, constante, me cumple y es mucho más guapo que cualquier otro idiota que haya conocido en mi vida.

A... simpre está ahí cuando lo necesito, es el veneno y el antídoto.

Pero ahora pienso en R..., en cómo me abrazaba, cómo me besaba, cómo tomaba mi mano. De verdad que no se sentía falso... ¡pero qué tanto puedo saber yo de estas cosas!

A... ha estado tan raro conmigo, que muchas veces ya ni sé por qué sigo con esto. Ya no me besa como antes, ya no me besa!! La última vez que nos vimos todo volvió a ser tan extraño como aquella vez en que me escapé con él después del concierto de Sonata Arctica.

Supuse que sería "la noche", ya ni siquiera sé en qué número vamos, pero perder la cuenta hoy no tiene el mismo sentido que tuvo antes.
Mis papás no estaban, era nuestra oportunidad para vernos cuando fuera, donde fuera, tardarnos lo que fuera, ¡tal vez incluso no regresar a casa a dormir!

Fantaseé tantas cosas esa noche, ¡estaba muy emocionada!, pero esta vez sin el estrés de que alguien se enterara de dónde estaba y con quién. Me sentí libre de hacer lo que fuera, como si no hubiera nadie más que Él y yo. Nos imaginé en un hotel que he soñado (de verdad lo he soñado, no es un recurso literario), en un cuarto blanco con una luz muy tenue, es la luz del amanecer. Todo es blanco, incluso hay rosas blancas, las cortinas de las ventanas apenas dejan entrar la luz, aunque su tela es ligera y se vuela con el viento. Las ventanas están abiertas, pero no importa. Esas cortinas vuelan sobre nosotros como velos que apenas cubren nuestra desnudez y alimentan nuestra ansiedad de tocarnos. Huele a flores y el día apenas está comenzando. No sé si así amanecimos o si nunca dormimos.

Sabía que no iríamos al hotel de mis sueños, pero me conformaba con tener un rato en la regadera con Él sin tener que preocuparme por secarme el cabello o por oler a Rosa Venus... aunque siempre he preferido regresar a casa, meterme a mi cama y encontrarme con su olor en mi piel.  

Él me mandó varios mensajes, muchos, todos sobre qué íbamos a hacer y cosas así. Se notaba que estaba bastante emocionado, incluso me propuso que hiciéramos algunas cosas que no me convencían demasiado, pero supuse que en el hotel las cosas serian diferentes... y sí, pero no fueron mejores.

Ya no me besa, ahora lo evita. Tampoco me dice cosas como antes, sólo habla para decir algo sobre "su verga". Sé que ya son muchas mis quejas, que no hay motivo para seguir con eso, pero es que ¿acaso hay algo mejor que eso?

Cuando llegamos al hotel las cosas empezaron bien, recuerdo cómo cerré todas las ventanas y cambié mis cosas de lugar porque Él quería ponerlas justo donde puse las mías. A veces siento que me pide favores estúpidos sólo para observar cómo hago lo que me dice de inmediato y sin cuestionarlo.

La psicóloga me dijo que varias cosas apuntan a que tengo un esquema en mi cabeza que no concibe el amor sin la obedencia. Muchas veces pienso que A... ha sido mi salida a eso, porque todo Él, todo lo que hacemos, todo lo que sucede entre nosotros va contra las reglas, es desobediencia sin sentido.
Pero otras veces también pienso que Él es tan sólo otra de esas personas a las que pretendo manetener a mi lado obedeciéndolo, anulando mi voluntad... porque cualquier cosa es soportable, menos que se vaya.

Después de encender la radio y la televisión, se apresuró a tomarme por la espalda y empezar a pasear sus manos por mi cuerpo. Yo seguía en el tocador, frente al espejo, y podía verlo detrás de mí y verme a mí misma cerrar los ojos cada que sus manos llegaban a mis senos o a mis caderas.

Sus manos se metieron debajo de mi ropa poco a poco, pero no fue hasta que sus dedos apretaron mis pezones, que yo me quité la blusa desesperadamente. Creo que casi rompo mi brassiere, pero esta vez Él estaba siendo más paciente y se conformó con acercarme más a su cuerpo y besar lentamente el talle de mi cintura.

Sus besos iban subiendo, pero justo cuando volteé para que sus labios y los míos por fin se encontraran, sólo sentí su lengua, pero no hubo ningún beso.

Me quité los pantalones, mientras Él se desnudó por completo. Supe que quería sexo oral y yo también quería hacérselo. De verdad me gusta mucho hacérselo, pero ¿por qué diablos siempre tiene que tomar mi cabeza y empujarla hacia su miembro? Tal vez Él no sea brusco, pero yo así lo siento, ni siquiera me deja hacérselo bien cuando se pone así.

De pronto se emociona demasiado y me presiona. Necesito aire, pero bueno, por lo menos me dejó acariciarlo... otras veces no me deja. De ahí todo fue empeorando, hasta el momento en que me hizo oral a mí. Su lengua es deliciosa y siento que no se detiene... hasta que se le ocurre empezar a hacer otra cosa.

Siempre llega ese momento en que estoy nerviosa, en que tengo miedo, en que se nota que no confío en Él. Yo ya no sé qué hacer, no me concentro y Él ya tampoco se esfuerza mucho por tranquilizarme. Quiere intentar otras posiciones, pero todo es muy forzado. Yo no me siento bien, no puedo, no lo dejo entrar.

Pero a pesar de todo, hay algo irresistible en Él y al final, después de un rato, cuando cree que es mejor ya no seguir intentándolo, ¡se puede! Así fue como entró esta última vez, tomé su rostro entre mis manos, mientras me dijo: "Así no puedo.", pero apenas terminó de decir eso, ¡se pudo!

No sé si sea que necesito ver sus ojos o escuchar su voz, pero no es tan fácil llegar a ese momento en que se siente que todo embona (en todos los sentidos). Noté su satisfacción al sentir que entraba en mí, y esta vez hizo algo diferente. Se colocó encima de mí, pegado a mi cuerpo y comenzó a gemir cerca de mis oídos.

Esta vez tampoco pude moverme, pero no fue incómodo. Me encantaba escucharlo, aunque eso hizo que yo tratara de hacer menos ruido para poder escucharlo mejor. Mis manos sólo podían acariciar su espalda, pero lo más bonito era sentirlo tan cerca, tan mío, sentí cierta entrega que antes no había sentido. Sus gemidos me lo probaban, sonaban a que estaba dándomelo todo... aunque sea sólo físicamente.

Fue muy lindo, pero yo había venido por más, para mí eso no era "todo" aunque sonara a "todo".  

Gritó cuando se vino y se quedó encima de mí, aunque ya no estaba moviéndose, sentí su pene dentro de mí, sentí cómo palpitaba. Nunca había sentido eso, era como si una parte de Él viviera dentro de mí. Yo no quería que se saliera y aunque su cuerpo era pesado, no me importaba que me aplastara, quería que Él siguiera adentro.

Mis manos siguieron acariciando su espalda, mientras Él se relajaba después del esfuerzo que hizo. Yo sabía que estaba muy cansado, pero yo quería más de Él, siempre quiero más, pero no es precisamente más sexo lo que quiero. Me bastaría con que se quedara ahí, acostado conmigo por un momento más, sin inventar pretextos tontos, sin irse a bañar, sin decir nada.

Pero en cuanto se salió, sólo se quitó el condón, lo tiró y volvió a acostarse, tocándose la frente, como si le doliera la cabeza, como si estuviera muy cansado... pero creo que no era sólo eso, era como si se cubriera la cara de vergüenza.

Yo sabía que se sentía mal de que todo hubiera durado tan poco, pero no era algo conmigo, era algo más bien consigo mismo. Creo que en realidad Él sólo se recostó a pensar qué hacer después y a intentar descansar. Yo no sabía qué hacer para hacerlo sentir mejor, así que sólo lo seguí acariciando hasta que por fin se le ocurrió un plan.

"¿Qué día es hoy?", me preguntó. "Jueves", contesté. Y de ahí se inventó que había olvidado no sé qué cosa que tenía que llevarle a su mamá... entonces ya nos teníamos que ir.

Yo estaba ahí, desnuda y de pie frente a Él. Mientras Él se vestía apresuradamente, yo me negaba a vestirme, sólo me quedé ahí parada, observando su actuación.

Al final me rendí y empecé a vestirme, mirando la tele con la mirada perdida, mientras Él seguía llenando de detalles inútiles su pretexto emergente. De pronto noté que Él estaba viendo como yo veía la tele y sentí que algo lo incomodó. Creo que se dio cuenta de que existe la posibilidad de que yo vea pornografía de la misma forma que Él la ve, lo que no sabe es que a mí no me importa qué tan grande es el pene de quien sea que salga ahí, ni siquiera me importa que hayan pasado por todo el kama sutra de ida y vuelta... yo sólo quisiera más tiempo con Él.

Cuando apagó la tele y el radio me acerqué a Él buscando un beso, pero se volteó de la manera más sutil que pudo, aunque esta vez me abrazó y no fue un abrazo de esos que dan más coraje que gusto, fue un abrazo bonito.

Me sentí segura y calientita en sus brazos por un lapso de tiempo considerable, algo que Él jamás hace. No recuerdo muy bien qué hablamos en el camino... ahhhh, ya, le intenté preguntar de la manera menos insistente qué diablos pasó con su celular, ¿por qué lo cambió y luego recuperó el número?

Me contó una historia que aunque sonaba convincente, no respondía ninguna de las preguntas que tenía en mente. Al final, cuando nos despedimos, volvimos a abrazarnos y yo casi tuve que robarle un beso a la fuerza porque no quería irme sin eso.

¡Qué patético!, ¡Qué estupidez! Yo siempre intento hacer lo que quiere y Él no puede darme un simple beso a cambio. Algo dentro de mí me hizo pensar en lo ridículo y humillante que había sido hacer eso, pero a la otra parte no le costó trabajo seguir engañándose.

Cuando entré a mi casa ahí estaba la misma música norteña, casi podría decir que la misma canción que estaba cuando me fui, y mi hermano vomitando o algo así. "¿Ya te vas?" me preguntó. "Ya hasta regresé", contesté. "Ni cuenta me dí", dijo él.

Yo tampoco me doy cuenta del tiempo, ya han sido dos años de esperarlo en la obscuridad una vez al mes.